Capítulo 15
Niall tenía dinero y poder, y sabía
cómo utilizar ambas cosas. En menos de dos minutos lo habían llevado al
despacho del administrador del hospital. Le explicó quién era, por qué estaba
allí y pidió información. Hasta en Billings se conocía el imperio de los Horan.
Cinco minutos más tarde estaba hablando con el médico que estaba al cargo del
caso de la madre de Demi. Niall se ofreció a pagar la factura y preguntó si se
podía hacer algo más de lo que ya se estaba haciendo.
—Por desgracia, sí —aseguró el médico
tajante—. Pero estamos atados de pies y manos por las dificultades económicas
de la familia. La señora Lovato tiene seguro, pero nos ha dicho que,
sencillamente, no puede permitirse nada más que medicinas para paliar los
síntomas. Si consintiera, podría someterse a una operación para extirpar el
pulmón cancerígeno y luego recibir radioterapia y quimioterapia para asegurar
su recuperación. De hecho, tiene buen pronóstico.
—Si lo único que hace falta es dinero,
asumiré gustosamente todos los gastos. No importa lo que cueste. Así que, ¿a
qué esperamos? —preguntó Niall.
El médico sonrió.
—¿Hablará con el responsable de
finanzas?
—Ahora mismo.
—Entonces yo hablaré con la paciente.
—Ellas no saben quién soy —le informó Niall—.
Esa es la única condición que pongo, que no se lo diga. Creen que soy capataz
en un rancho.
El médico frunció el ceño.
—¿Hay alguna razón para ello?
—Al principio lo hice para asegurarme
de que los precios no se dispararan debido a que mi nombre era conocido —confesó—.
Y luego ya era muy tarde para cambiar las cosas. Ellas son mis amigas, y no me
gustaría que me miraran de otra manera.
—¿Cree que eso podría suceder?
—La gente ve fama, poder y dinero, y
no a las personas. Al menos, al principio.
El otro hombre asintió.
—Creo que lo entiendo. Pondré el
proceso en marcha. Lo que está haciendo es algo maravilloso —añadió—. La señora
Lovato habría muerto muy pronto.
—Lo sé. Es una buena persona.
—Y muy importante para su pequeña
familia, por lo que veo.
—Sí.
El médico agarró a Niall del hombro.
—Haremos todo lo que esté en nuestras
manos.
—Gracias.
Cuando hubo arreglado los asuntos
financieros, Niall regresó a la sala de urgencias. Demi estaba recorriéndola
arriba y abajo. Selene se había hecho un ovillo en una silla con la mejilla
apoyada en el brazo. Estaba profundamente dormida. Demi lo miró con los ojos
muy abiertos y expresión maravillada.
—¿Cómo lo has hecho? ¡Van a operar a
mamá! El médico dice que pueden salvarle la vida, que puede recibir
radioterapia y quimioterapia, que hay un fondo para gente sin recursos… ¡Puede
vivir!
La voz se le quebró por el llanto. Niall
la estrechó entre sus brazos y la acunó, apoyándole la boca contra la sien.
—Todo va a salir bien, cariño —le dijo
suavemente—. No llores.
—Estoy tan contenta… —sollozó Demi en
sus brazos—. Tan contenta… No sabía que hubiera fondos para este tipo de casos.
Creí… creí que tendríamos que verla morir.
—No mientras a mí me quede aliento
—susurró Niall.
Una oleada de emoción lo recorrió.
Había ayudado a gente de varias formas a lo largo de su vida, pero aquélla era
la primera vez que era capaz de hacer algo semejante por alguien que le
importaba. Le había tomado cariño a la señora Lovato, pero pensaba que su caso
estaba desahuciado. Le daba gracias a Dios porque aquella urgencia hubiera
obligado a Demi a llevar a su madre al hospital.
—Gracias por ayudarnos a salvar a mamá
—dijo entonces la pequeña Selene con solemnidad—. La queremos mucho.
—Y ella te quiere mucho a ti
—respondió Niall—. A tu edad, eso debe de ser fantástico.
Estaba diciendo algo sin decirlo. Demi
envió a la niña a la máquina a por un zumo y se giró hacia él.
—¿Cómo era tu madre cuando tú eras
pequeño?
—Yo no tuve madre cuando era pequeño
—respondió él con dureza—. A mi hermano y a mí nos crío un tío.
—¿Pero tus padres todavía viven?
—preguntó Demi asombrada.
—Sí, pero no nos querían —Niall desvió
la mirada—. Crecimos sin ellos y empezamos a verlos otra vez el año pasado. Ha
sido duro —confesó—. Hemos construido barreras y guardamos muchos resentimientos.
Pero estamos trabajando en ello.
—Lo siento —le dijo Demi con
sinceridad—. Mi madre ha estado ahí toda mi vida, me ha curado las heridas, me
ha dado cariño, ha luchado por mí… No sé qué habría sido de mí sin ella.
—A mí me habría gustado tener una
madre como ella —aseguró Niall con sinceridad mirándose en sus ojos verdes—. Es
la persona más positiva que he conocido en mi vida. Y, en su situación, eso
tiene mucho mérito.
Niall le rodeó la cintura con sus
grandes manos y la mantuvo agarrada. Sus ojos azules estaban muy solemnes.
—Nunca entró en mis planes implicarme
contigo —le dijo con sinceridad—. Ni con tu familia. Pero, al parecer, ya formo
parte de ella.
Demi sonrió.
—Sí. Eres parte de nuestra familia.
—Sólo quiero dejar claro que mi interés
no es puramente fraternal —añadió. El brillo de sus ojos provocó que a Demi se
le acelerara el corazón.
—¿De verdad?
—De verdad.
Ella sintió que podía volar. La
expresión de su rostro hizo que a Niall le entraran deseos de ir a un lugar más
privado. Cuando estaba a punto de dejarse llevar por un impulso y besarla,
entró el médico que había ingresado a la señora Lovato. Con él iba un colega
alto y moreno.
—Señorita Lovato, éste es el doctor
Barton Crowley —le dijo a Demi—. Va a operar a su madre mañana a primera hora.
—Me alegro mucho de conocerlo —Demi le
estrechó la mano con calidez.
—Su madre estaba encantada cuando
hablé con ella —aseguró el médico con una sonrisa—. Me contó que le preocupaban
más sus hijas que su enfermedad. Una dama excepcional.
—Sí, lo es —reconoció Demi.
—Bueno, en cuanto la operemos mañana
veremos la extensión del tejido canceroso y después hablaremos. Intenten
descansar un poco.
—Lo haremos.
Los médicos se despidieron y
desaparecieron por el pasillo.
—Ojalá hubiera traído una manta
—murmuró Demi mirando las sillas de espalda recta que había en la sala—. Puedo
dormir sentada, pero en los hospitales hace frío.
—¿Sentada? —Niall no entendía nada.
—Ya conoces nuestra situación —aseguró
ella—. No podemos permitirnos una habitación de motel. Siempre duermo en la
sala de espera cuando mamá está ingresada —Demi señaló con la cabeza hacia
Selene, que ahora estaba dormida en una esquina—. Las dos. Aunque Selene cabe
mejor en la silla porque es muy menuda.
Niall estaba conmocionado. Era una visión
de primera mano de cómo vivía el resto del mundo.
—No pongas esa cara —le pidió ella—.
No me importa ser pobre. Tengo tantas bendiciones que no sé ni por dónde
empezar a contarlas. Tengo una madre que se sacrificó para criarme y que me
quiere con toda su alma. Tengo una hermana pequeña que piensa que soy Juana de
Arco. Tengo un techo bajo el que resguardarme, comida y un buen trabajo en el
que, gracias a Dios, ya nadie me molesta. Soy feliz.
Demi no tenía nada. Literalmente nada.
Pero podía contar sus riquezas como si fuera más rica que una reina. Él lo
tenía todo, pero su vida estaba vacía. Todo el poder y las riquezas que había
acumulado no le hacían feliz. Estaba solo. Tenía a Gil y a su familia, a sus
padres, pero en realidad estaba solo.
—Estás pensando en que no tienes una
familia propia —adivinó Demi por su expresión—. Pero la tienes. Me tienes a mí,
a mamá y a Selene. Nosotras somos tu familia —la joven vaciló porque Niall
parecía agobiado—. Ya sé que no somos gran cosa, pero…
Él la estrechó contra sí.
—No te hagas de menos. Yo nunca he
escogido a mis amigos por su cuenta bancaria. Lo que cuenta es el corazón.
Demi se relajó, pero sólo un poco. Niall
estaba demasiado cerca y a ella le latía el corazón muy deprisa.
—Me gustas tal y cómo eres —dijo con
dulzura antes de inclinarse para besarla con cariño. Luego se acercó a Selene.
—¿Qué haces? —exclamó Demi cuando tomó
en brazos a la niña dormida y se dirigió hacia la salida.
—Voy a llevar a la niña a pasar la
noche a una modesta habitación. Tú puedes venir también si quieres.
Demi parpadeó.
—Niall, no puedo permitirme…
—Si vuelvo a oír eso otra vez —la
interrumpió él—, voy a soltar una palabrota. No querrás que lo haga delante de
la niña, ¿verdad?
Selene estaba dormida y no podría
oírlas, pero Niall tenía razón y estaba siendo muy generoso. Demi se rindió y
sonrió.
—Está bien. Pero tendrás que
descontármelo de mi sueldo, ¿de acuerdo?
Niall sonrió por encima de la cabeza
de Selene, que estaba apoyada en su pecho.
—De acuerdo, cariño.
Aquella palabra provocó que Demi se
sonrojara y él se rió en voz baja. Pasó delante de ella para llegar hasta su
furgoneta.
La idea que tenía Niall de una
habitación modesta horrorizó a Demi cuando se pararon delante del mostrador del
mejor hotel de Billings para registrar a Demi y a Selene.
La niña se revolvió dormida en los
fuertes brazos de Niall. Abrió los ojos y bostezó.
—¿Y mamá? —preguntó preocupada.
—Mamá está bien —le aseguró Niall—.
Vuelve a dormir, cielo. Quédate en este sillón hasta que arregle todo, ¿de
acuerdo? —La colocó con delicadeza en un sillón de aspecto cómodo que había
cerca de la recepción—. Será mejor que te quedes con ella mientras yo os
registro —le dijo Niall a Demi. No quería que lo escuchara hablando con el
recepcionista cuando le diera su nombre verdadero para pagar la habitación.
—De acuerdo, Niall —dijo ella
apartándose del mostrador.
Él se giró hacia el recepcionista con
expresión grave.
—Su madre está en el hospital a punto
de ser operada de cáncer. Quiero que les dé una habitación cerca de la mía, a
ser posible.
El joven recepcionista sonrió con
simpatía.
—Hay una justo al lado de la suya,
señor Horan. Es una doble. ¿Le parece bien?
—Sí.
Cuando el recepcionista hubo hecho el
registro, Niall volvió con Selene, la levantó con dulzura y se dirigió hacia Demi,
que estaba mirando la mesita de cristal que había al lado de los sillones.
Se detuvo ante una columna cuando se
acercaron al ascensor.
—Dios, esto parece mármol de verdad —murmuró
antes de correr hacia el ascensor para que no se le fuera—. Niall, este lugar
debe de ser muy caro.
—Me aseguraré de que Buck te lo
descuente de tu sueldo durante varios meses, ¿de acuerdo? —le dijo con una
sonrisa.
Demi estaba nerviosa. Aquello iba a
suponer un gran recorte en sus ingresos. Pero Niall había sido tan amable que
se sentía culpable.
—Claro, perfecto.
Al salir del ascensor, Niall abrió la
puerta de su dormitorio con la tarjeta con una mano mientras sostenía a Selene
con la otra. Pasó por delante de Demi, que entró tras él cerrando tras de sí y
encendiendo las luces. La habitación fue una revelación. Había dos camas
grandes, cuadros en las paredes, una mesa redonda con dos sillas, teléfono y
una televisión gigantesca.
—Esto es un palacio —murmuró Demi
maravillada con todo lo que estaba viendo. Echó un vistazo al baño y contuvo el
aliento—. ¡Tiene secador! —exclamó.
Niall había acostado a Selene en una
de las dos camas y observaba con atención a Demi. Su vida había transcurrido en
un pueblo pequeño y en medio de la pobreza. No sabía nada sobre la buena vida.
Incluso aquel hotel, que no estaba mal pero que no alcanzaba el lujo de un
establecimiento de cinco estrellas, le resultaba opulento.
Niall se apoyó en el quicio de la
puerta del baño mientras ella examinaba los paquetes de jabones y botellitas de
champú y gel.
—Guau —susurró.
Acarició las gruesas toallas blancas y
las comparó con las gastadas y desteñidas toallas que había en su casa. Miró
con timidez a Niall.
—Lo siento —dijo—. No estoy
acostumbrada a este tipo de sitios.
—No es más que un hotel, Demi —aseguró
él con dulzura—. Supongo que, si nunca has estado en ninguno, al principio te
sorprende.
—¿Cómo sabes que nunca he estado en un
hotel? —quiso saber ella.
Niall se aclaró la garganta.
—Bueno, es obvio.
Demi se sonrojó.
—¿Quieres decir que estoy actuando
como una idiota?
—No he querido decir eso en absoluto —Niall
se apartó de la puerta y la agarró de la cintura, atrayéndola hacia sí antes de
inclinarse para besarla con pasión.
Ella se dejó llevar, aliviada por su
madre, aunque preocupada por la operación, y agradecida a la intervención de Niall.
—Has hecho un milagro por nosotras —dijo
cuando él la soltó.
Niall miró sus ojos verdes y
brillantes.
—Tú has hecho otro por mí —respondió.
Y no lo decía de broma.
—¿Ah, sí? ¿Cómo?
Las manos de Niall sujetaron su
pequeña cintura.
—Digamos que me has enseñado el valor
de las pequeñas bendiciones. Supongo que tengo tendencia a dar las cosas por
supuestas —entornó los ojos—. Tú aprecias las cosas más simples de la vida.
Eres… optimista. Demi. Me haces sentir humilde —añadió.
—¡Vaya, ésa sí que es buena! —se rió
ella—. Una pueblerina como yo haciendo que un caballero sofisticado como tú se
sienta humilde.
—Estoy hablando en serio —replicó Niall—.
No tienes muchas cosas materiales, pero eres feliz sin ellas —se encogió de
hombros—. Yo tengo mucho más que tú y me siento… vacío —dijo finalmente
mirándola a los ojos.
—Pero tú eres el hombre más bueno que
he conocido en mi vida —argumentó Demi—. Haces cosas por la gente sin pensarte
siquiera dos veces los problemas que eso puede acarrearte en el proceso. Eres
una buena persona.
Los ojos fascinados de Demi le
provocaron un cosquilleo interior. En los últimos años, las mujeres lo habían
buscado porque era rico y poderoso. Y ahora tenía delante a una que lo quería
porque era bueno. Aquello le abrió los ojos.
—Tienes una expresión extraña —comentó
Demi.
—Estaba pensando —dijo él.
—¿En qué?
—En que es tarde y necesitas dormir.
Mañana nos espera un día duro.
El horror regresó con toda su fuerza.
La alegría se borró de su rostro y fue remplazada por el miedo y la
incertidumbre. Niall la abrazó y la acunó.
—Ese cirujano es muy conocido —le
aseguró—. Es uno de los mejores oncólogos del país. Ya verás como todo sale
bien.
—Intento pensarlo —dijo Demi—. Hemos
venido tantas veces al hospital… —confesó con pesadumbre.
Niall no había tenido que pasar nunca
por algo así con nadie de la familia. Bueno, estaba la primera esposa de Gil,
que murió en un accidente de equitación. Eso fue muy traumático. Pero desde entonces,
Niall no había tenido ningún familiar enfermo. Había sido muy afortunado,
pensó.
—Estaré aquí al lado —le prometió.
Ella se apartó y lo miró con ojos
fascinados.
—¿En serio? ¿No tendrás problemas con
tu jefe?
—No —aseguró Niall—. Pero aunque así
fuera, no te dejaría por nada del mundo.
Demi se sonrojó y sonrió.
—Después de todo —bromeó él—, soy
parte de la familia, ¿no?
Luego se inclinó y le deslizó un beso
suave en los labios. Tuvo que hacer un esfuerzo para apartarse de ella.
—Y ahora ve a la cama.
—De acuerdo. Gracias, Niall. Gracias
por todo.
Él no respondió. Se limitó a guiñarle
un ojo.
La operación duró varias horas. Demi
se mordió las uñas hasta el nacimiento. Selene se sentó muy cerca de ella y le
tomó de la mano.
—No quiero que mamá se muera —dijo.
Demi la abrazó.
—No se morirá —le prometió—. Se va a
poner mejor, ya lo verás —aseguró rezando para que no fuera mentira.
Niall se había acercado al mostrador
de cirugía. Regresó con una sonrisa.
—¡Cuéntame! —exclamó Demi.
—Han conseguido retirar todo el tejido
canceroso —dijo—. Se muestran muy optimistas. Creen que tu madre se recuperará
y podrá llevar una vida plena.
—¡Oh, Dios mío! —Exclamó Demi
abrazando con fuerza a Selene—. ¡Se va a poner bien!
—¡Qué contenta estoy! —aseguró la niña
abrazándola a su vez.
—Yo también.
Demi la soltó, se puso de pie y corrió
a abrazar a Niall. Apoyó la mejilla contra su enorme pecho y él la estrechó
entre sus brazos. Demi se sentía en casa allí.
—Gracias —murmuró—. Gracias por todo.
Niall sonrió.
—¿Y ahora qué va a pasar? —quiso saber
ella.
—Tu madre necesita recuperarse antes
de volver a casa, y luego tendremos que traerla aquí a recibir los
tratamientos. El doctor Crowley dice que eso llevará varias semanas, pero que
exceptuando las náuseas y la debilidad, lo soportará perfectamente.
—¿Tú vas a venir con nosotras? —preguntó
Demi asombrada.
Él la miró con el ceño fruncido.
—Por supuesto que sí —aseguró
indignado—. Soy parte de la familia. Tú misma lo has dicho.
Ella dejó escapar un largo y profundo
suspiro. Estaba cansada y preocupada, pero se sentía como si hubiera vuelto a
nacer.
—Eres el hombre más bueno que he
conocido en mi vida —dijo.
Niall alzó una ceja.
—¿Más que el soldado?
Demi sonrió.
—Más bueno incluso que Caleb.
Niall miró por encima de la cabeza de Demi
y frunció todavía más el ceño.
—Hablando del rey de Roma…
Un hombre alto y de cabello oscuro
vestido con el uniforme del ejército se dirigía por el pasillo hacia ellos.
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