miércoles, 15 de mayo de 2013

El Secreto De Niall-Capitulo 15


Capítulo 15
Niall tenía dinero y poder, y sabía cómo utilizar ambas cosas. En menos de dos minutos lo habían llevado al despacho del administrador del hospital. Le explicó quién era, por qué estaba allí y pidió información. Hasta en Billings se conocía el imperio de los Horan. Cinco minutos más tarde estaba hablando con el médico que estaba al cargo del caso de la madre de Demi. Niall se ofreció a pagar la factura y preguntó si se podía hacer algo más de lo que ya se estaba haciendo.
—Por desgracia, sí —aseguró el médico tajante—. Pero estamos atados de pies y manos por las dificultades económicas de la familia. La señora Lovato tiene seguro, pero nos ha dicho que, sencillamente, no puede permitirse nada más que medicinas para paliar los síntomas. Si consintiera, podría someterse a una operación para extirpar el pulmón cancerígeno y luego recibir radioterapia y quimioterapia para asegurar su recuperación. De hecho, tiene buen pronóstico.
—Si lo único que hace falta es dinero, asumiré gustosamente todos los gastos. No importa lo que cueste. Así que, ¿a qué esperamos? —preguntó Niall.
El médico sonrió.
—¿Hablará con el responsable de finanzas?
—Ahora mismo.
—Entonces yo hablaré con la paciente.
—Ellas no saben quién soy —le informó Niall—. Esa es la única condición que pongo, que no se lo diga. Creen que soy capataz en un rancho.
El médico frunció el ceño.
—¿Hay alguna razón para ello?
—Al principio lo hice para asegurarme de que los precios no se dispararan debido a que mi nombre era conocido —confesó—. Y luego ya era muy tarde para cambiar las cosas. Ellas son mis amigas, y no me gustaría que me miraran de otra manera.
—¿Cree que eso podría suceder?
—La gente ve fama, poder y dinero, y no a las personas. Al menos, al principio.
El otro hombre asintió.
—Creo que lo entiendo. Pondré el proceso en marcha. Lo que está haciendo es algo maravilloso —añadió—. La señora Lovato habría muerto muy pronto.
—Lo sé. Es una buena persona.
—Y muy importante para su pequeña familia, por lo que veo.
—Sí.
El médico agarró a Niall del hombro.
—Haremos todo lo que esté en nuestras manos.
—Gracias.
Cuando hubo arreglado los asuntos financieros, Niall regresó a la sala de urgencias. Demi estaba recorriéndola arriba y abajo. Selene se había hecho un ovillo en una silla con la mejilla apoyada en el brazo. Estaba profundamente dormida. Demi lo miró con los ojos muy abiertos y expresión maravillada.
—¿Cómo lo has hecho? ¡Van a operar a mamá! El médico dice que pueden salvarle la vida, que puede recibir radioterapia y quimioterapia, que hay un fondo para gente sin recursos… ¡Puede vivir!
La voz se le quebró por el llanto. Niall la estrechó entre sus brazos y la acunó, apoyándole la boca contra la sien.
—Todo va a salir bien, cariño —le dijo suavemente—. No llores.
—Estoy tan contenta… —sollozó Demi en sus brazos—. Tan contenta… No sabía que hubiera fondos para este tipo de casos. Creí… creí que tendríamos que verla morir.
—No mientras a mí me quede aliento —susurró Niall.
Una oleada de emoción lo recorrió. Había ayudado a gente de varias formas a lo largo de su vida, pero aquélla era la primera vez que era capaz de hacer algo semejante por alguien que le importaba. Le había tomado cariño a la señora Lovato, pero pensaba que su caso estaba desahuciado. Le daba gracias a Dios porque aquella urgencia hubiera obligado a Demi a llevar a su madre al hospital.
—Gracias por ayudarnos a salvar a mamá —dijo entonces la pequeña Selene con solemnidad—. La queremos mucho.
—Y ella te quiere mucho a ti —respondió Niall—. A tu edad, eso debe de ser fantástico.
Estaba diciendo algo sin decirlo. Demi envió a la niña a la máquina a por un zumo y se giró hacia él.
—¿Cómo era tu madre cuando tú eras pequeño?
—Yo no tuve madre cuando era pequeño —respondió él con dureza—. A mi hermano y a mí nos crío un tío.
—¿Pero tus padres todavía viven? —preguntó Demi asombrada.
—Sí, pero no nos querían —Niall desvió la mirada—. Crecimos sin ellos y empezamos a verlos otra vez el año pasado. Ha sido duro —confesó—. Hemos construido barreras y guardamos muchos resentimientos. Pero estamos trabajando en ello.
—Lo siento —le dijo Demi con sinceridad—. Mi madre ha estado ahí toda mi vida, me ha curado las heridas, me ha dado cariño, ha luchado por mí… No sé qué habría sido de mí sin ella.
—A mí me habría gustado tener una madre como ella —aseguró Niall con sinceridad mirándose en sus ojos verdes—. Es la persona más positiva que he conocido en mi vida. Y, en su situación, eso tiene mucho mérito.
Niall le rodeó la cintura con sus grandes manos y la mantuvo agarrada. Sus ojos azules estaban muy solemnes.
—Nunca entró en mis planes implicarme contigo —le dijo con sinceridad—. Ni con tu familia. Pero, al parecer, ya formo parte de ella.
Demi sonrió.
—Sí. Eres parte de nuestra familia.
—Sólo quiero dejar claro que mi interés no es puramente fraternal —añadió. El brillo de sus ojos provocó que a Demi se le acelerara el corazón.
—¿De verdad?
—De verdad.
Ella sintió que podía volar. La expresión de su rostro hizo que a Niall le entraran deseos de ir a un lugar más privado. Cuando estaba a punto de dejarse llevar por un impulso y besarla, entró el médico que había ingresado a la señora Lovato. Con él iba un colega alto y moreno.
—Señorita Lovato, éste es el doctor Barton Crowley —le dijo a Demi—. Va a operar a su madre mañana a primera hora.
—Me alegro mucho de conocerlo —Demi le estrechó la mano con calidez.
—Su madre estaba encantada cuando hablé con ella —aseguró el médico con una sonrisa—. Me contó que le preocupaban más sus hijas que su enfermedad. Una dama excepcional.
—Sí, lo es —reconoció Demi.
—Bueno, en cuanto la operemos mañana veremos la extensión del tejido canceroso y después hablaremos. Intenten descansar un poco.
—Lo haremos.
Los médicos se despidieron y desaparecieron por el pasillo.
—Ojalá hubiera traído una manta —murmuró Demi mirando las sillas de espalda recta que había en la sala—. Puedo dormir sentada, pero en los hospitales hace frío.
—¿Sentada? —Niall no entendía nada.
—Ya conoces nuestra situación —aseguró ella—. No podemos permitirnos una habitación de motel. Siempre duermo en la sala de espera cuando mamá está ingresada —Demi señaló con la cabeza hacia Selene, que ahora estaba dormida en una esquina—. Las dos. Aunque Selene cabe mejor en la silla porque es muy menuda.
Niall estaba conmocionado. Era una visión de primera mano de cómo vivía el resto del mundo.
—No pongas esa cara —le pidió ella—. No me importa ser pobre. Tengo tantas bendiciones que no sé ni por dónde empezar a contarlas. Tengo una madre que se sacrificó para criarme y que me quiere con toda su alma. Tengo una hermana pequeña que piensa que soy Juana de Arco. Tengo un techo bajo el que resguardarme, comida y un buen trabajo en el que, gracias a Dios, ya nadie me molesta. Soy feliz.
Demi no tenía nada. Literalmente nada. Pero podía contar sus riquezas como si fuera más rica que una reina. Él lo tenía todo, pero su vida estaba vacía. Todo el poder y las riquezas que había acumulado no le hacían feliz. Estaba solo. Tenía a Gil y a su familia, a sus padres, pero en realidad estaba solo.
—Estás pensando en que no tienes una familia propia —adivinó Demi por su expresión—. Pero la tienes. Me tienes a mí, a mamá y a Selene. Nosotras somos tu familia —la joven vaciló porque Niall parecía agobiado—. Ya sé que no somos gran cosa, pero…
Él la estrechó contra sí.
—No te hagas de menos. Yo nunca he escogido a mis amigos por su cuenta bancaria. Lo que cuenta es el corazón.
Demi se relajó, pero sólo un poco. Niall estaba demasiado cerca y a ella le latía el corazón muy deprisa.
—Me gustas tal y cómo eres —dijo con dulzura antes de inclinarse para besarla con cariño. Luego se acercó a Selene.
—¿Qué haces? —exclamó Demi cuando tomó en brazos a la niña dormida y se dirigió hacia la salida.
—Voy a llevar a la niña a pasar la noche a una modesta habitación. Tú puedes venir también si quieres.
Demi parpadeó.
—Niall, no puedo permitirme…
—Si vuelvo a oír eso otra vez —la interrumpió él—, voy a soltar una palabrota. No querrás que lo haga delante de la niña, ¿verdad?
Selene estaba dormida y no podría oírlas, pero Niall tenía razón y estaba siendo muy generoso. Demi se rindió y sonrió.
—Está bien. Pero tendrás que descontármelo de mi sueldo, ¿de acuerdo?
Niall sonrió por encima de la cabeza de Selene, que estaba apoyada en su pecho.
—De acuerdo, cariño.
Aquella palabra provocó que Demi se sonrojara y él se rió en voz baja. Pasó delante de ella para llegar hasta su furgoneta.
La idea que tenía Niall de una habitación modesta horrorizó a Demi cuando se pararon delante del mostrador del mejor hotel de Billings para registrar a Demi y a Selene.
La niña se revolvió dormida en los fuertes brazos de Niall. Abrió los ojos y bostezó.
—¿Y mamá? —preguntó preocupada.
—Mamá está bien —le aseguró Niall—. Vuelve a dormir, cielo. Quédate en este sillón hasta que arregle todo, ¿de acuerdo? —La colocó con delicadeza en un sillón de aspecto cómodo que había cerca de la recepción—. Será mejor que te quedes con ella mientras yo os registro —le dijo Niall a Demi. No quería que lo escuchara hablando con el recepcionista cuando le diera su nombre verdadero para pagar la habitación.
—De acuerdo, Niall —dijo ella apartándose del mostrador.
Él se giró hacia el recepcionista con expresión grave.
—Su madre está en el hospital a punto de ser operada de cáncer. Quiero que les dé una habitación cerca de la mía, a ser posible.
El joven recepcionista sonrió con simpatía.
—Hay una justo al lado de la suya, señor Horan. Es una doble. ¿Le parece bien?
—Sí.
Cuando el recepcionista hubo hecho el registro, Niall volvió con Selene, la levantó con dulzura y se dirigió hacia Demi, que estaba mirando la mesita de cristal que había al lado de los sillones.
Se detuvo ante una columna cuando se acercaron al ascensor.
—Dios, esto parece mármol de verdad —murmuró antes de correr hacia el ascensor para que no se le fuera—. Niall, este lugar debe de ser muy caro.
—Me aseguraré de que Buck te lo descuente de tu sueldo durante varios meses, ¿de acuerdo? —le dijo con una sonrisa.
Demi estaba nerviosa. Aquello iba a suponer un gran recorte en sus ingresos. Pero Niall había sido tan amable que se sentía culpable.
—Claro, perfecto.
Al salir del ascensor, Niall abrió la puerta de su dormitorio con la tarjeta con una mano mientras sostenía a Selene con la otra. Pasó por delante de Demi, que entró tras él cerrando tras de sí y encendiendo las luces. La habitación fue una revelación. Había dos camas grandes, cuadros en las paredes, una mesa redonda con dos sillas, teléfono y una televisión gigantesca.
—Esto es un palacio —murmuró Demi maravillada con todo lo que estaba viendo. Echó un vistazo al baño y contuvo el aliento—. ¡Tiene secador! —exclamó.
Niall había acostado a Selene en una de las dos camas y observaba con atención a Demi. Su vida había transcurrido en un pueblo pequeño y en medio de la pobreza. No sabía nada sobre la buena vida. Incluso aquel hotel, que no estaba mal pero que no alcanzaba el lujo de un establecimiento de cinco estrellas, le resultaba opulento.
Niall se apoyó en el quicio de la puerta del baño mientras ella examinaba los paquetes de jabones y botellitas de champú y gel.
—Guau —susurró.
Acarició las gruesas toallas blancas y las comparó con las gastadas y desteñidas toallas que había en su casa. Miró con timidez a Niall.
—Lo siento —dijo—. No estoy acostumbrada a este tipo de sitios.
—No es más que un hotel, Demi —aseguró él con dulzura—. Supongo que, si nunca has estado en ninguno, al principio te sorprende.
—¿Cómo sabes que nunca he estado en un hotel? —quiso saber ella.
Niall se aclaró la garganta.
—Bueno, es obvio.
Demi se sonrojó.
—¿Quieres decir que estoy actuando como una idiota?
—No he querido decir eso en absoluto —Niall se apartó de la puerta y la agarró de la cintura, atrayéndola hacia sí antes de inclinarse para besarla con pasión.
Ella se dejó llevar, aliviada por su madre, aunque preocupada por la operación, y agradecida a la intervención de Niall.
—Has hecho un milagro por nosotras —dijo cuando él la soltó.
Niall miró sus ojos verdes y brillantes.
—Tú has hecho otro por mí —respondió. Y no lo decía de broma.
—¿Ah, sí? ¿Cómo?
Las manos de Niall sujetaron su pequeña cintura.
—Digamos que me has enseñado el valor de las pequeñas bendiciones. Supongo que tengo tendencia a dar las cosas por supuestas —entornó los ojos—. Tú aprecias las cosas más simples de la vida. Eres… optimista. Demi. Me haces sentir humilde —añadió.
—¡Vaya, ésa sí que es buena! —se rió ella—. Una pueblerina como yo haciendo que un caballero sofisticado como tú se sienta humilde.
—Estoy hablando en serio —replicó Niall—. No tienes muchas cosas materiales, pero eres feliz sin ellas —se encogió de hombros—. Yo tengo mucho más que tú y me siento… vacío —dijo finalmente mirándola a los ojos.
—Pero tú eres el hombre más bueno que he conocido en mi vida —argumentó Demi—. Haces cosas por la gente sin pensarte siquiera dos veces los problemas que eso puede acarrearte en el proceso. Eres una buena persona.
Los ojos fascinados de Demi le provocaron un cosquilleo interior. En los últimos años, las mujeres lo habían buscado porque era rico y poderoso. Y ahora tenía delante a una que lo quería porque era bueno. Aquello le abrió los ojos.
—Tienes una expresión extraña —comentó Demi.
—Estaba pensando —dijo él.
—¿En qué?
—En que es tarde y necesitas dormir. Mañana nos espera un día duro.
El horror regresó con toda su fuerza. La alegría se borró de su rostro y fue remplazada por el miedo y la incertidumbre. Niall la abrazó y la acunó.
—Ese cirujano es muy conocido —le aseguró—. Es uno de los mejores oncólogos del país. Ya verás como todo sale bien.
—Intento pensarlo —dijo Demi—. Hemos venido tantas veces al hospital… —confesó con pesadumbre.
Niall no había tenido que pasar nunca por algo así con nadie de la familia. Bueno, estaba la primera esposa de Gil, que murió en un accidente de equitación. Eso fue muy traumático. Pero desde entonces, Niall no había tenido ningún familiar enfermo. Había sido muy afortunado, pensó.
—Estaré aquí al lado —le prometió.
Ella se apartó y lo miró con ojos fascinados.
—¿En serio? ¿No tendrás problemas con tu jefe?
—No —aseguró Niall—. Pero aunque así fuera, no te dejaría por nada del mundo.
Demi se sonrojó y sonrió.
—Después de todo —bromeó él—, soy parte de la familia, ¿no?
Luego se inclinó y le deslizó un beso suave en los labios. Tuvo que hacer un esfuerzo para apartarse de ella.
—Y ahora ve a la cama.
—De acuerdo. Gracias, Niall. Gracias por todo.
Él no respondió. Se limitó a guiñarle un ojo.

La operación duró varias horas. Demi se mordió las uñas hasta el nacimiento. Selene se sentó muy cerca de ella y le tomó de la mano.
—No quiero que mamá se muera —dijo.
Demi la abrazó.
—No se morirá —le prometió—. Se va a poner mejor, ya lo verás —aseguró rezando para que no fuera mentira.
Niall se había acercado al mostrador de cirugía. Regresó con una sonrisa.
—¡Cuéntame! —exclamó Demi.
—Han conseguido retirar todo el tejido canceroso —dijo—. Se muestran muy optimistas. Creen que tu madre se recuperará y podrá llevar una vida plena.
—¡Oh, Dios mío! —Exclamó Demi abrazando con fuerza a Selene—. ¡Se va a poner bien!
—¡Qué contenta estoy! —aseguró la niña abrazándola a su vez.
—Yo también.
Demi la soltó, se puso de pie y corrió a abrazar a Niall. Apoyó la mejilla contra su enorme pecho y él la estrechó entre sus brazos. Demi se sentía en casa allí.
—Gracias —murmuró—. Gracias por todo.
Niall sonrió.
—¿Y ahora qué va a pasar? —quiso saber ella.
—Tu madre necesita recuperarse antes de volver a casa, y luego tendremos que traerla aquí a recibir los tratamientos. El doctor Crowley dice que eso llevará varias semanas, pero que exceptuando las náuseas y la debilidad, lo soportará perfectamente.
—¿Tú vas a venir con nosotras? —preguntó Demi asombrada.
Él la miró con el ceño fruncido.
—Por supuesto que sí —aseguró indignado—. Soy parte de la familia. Tú misma lo has dicho.
Ella dejó escapar un largo y profundo suspiro. Estaba cansada y preocupada, pero se sentía como si hubiera vuelto a nacer.
—Eres el hombre más bueno que he conocido en mi vida —dijo.
Niall alzó una ceja.
—¿Más que el soldado?
Demi sonrió.
—Más bueno incluso que Caleb.
Niall miró por encima de la cabeza de Demi y frunció todavía más el ceño.
—Hablando del rey de Roma…
Un hombre alto y de cabello oscuro vestido con el uniforme del ejército se dirigía por el pasillo hacia ellos.

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