Capítulo 19
Se alojaron en la playa en un hotel en
forma de una de las tradicionales pirámides mayas. Demi descansaba en los
fuertes brazos de Niall, todavía estremecida tras su primer encuentro íntimo.
Tenía el rostro sonrojado y los ojos brillantes cuando los alzó para mirarlo.
—Luego mejora —le susurró Niall
mientras le deslizaba suavemente los labios por boca—. La primera vez
normalmente es difícil.
—¿Difícil? —Ella se apoyó en un codo—.
¿Estamos hablando de la misma primera vez? ¡Cielos, creí que me iba a morir!
Los azules ojos de Niall brillaron.
—Perdóname. Di por hecho que todos
esos gemidos significaban que… no hagas eso —dijo riéndose mientras ella lo pellizcaba—.
Tendremos que volver a repetirlo enseguida —sugirió—. Esta vez pondré más
atención.
Demi se rió y le besó el ancho hombro.
—Más te vale —replicó ella apoyándolo
contra las almohadas.
—No seas dura conmigo, soy frágil —protestó
Niall—. Quítame las manos de encima… no soy esa clase de hombre.
—Claro que lo eres —bromeó ella
apretando la boca contra la suya. Niall se quedó muy quieto durante un largo
tiempo después de eso.
Pasearon tomados de la mano por la
playa al amanecer, viendo cómo las gaviotas sobrevolaban el increíble azul del
Golfo de México.
—Nunca imaginé que pudieran existir
lugares así —aseguró Demi feliz—. La arena parece azúcar.
—Tendremos que llevarnos unas
postales. No puedo creer que nos hayamos olvidado la cámara digital —suspiró.
—Podríamos comprar una en el hotel —sugirió
ella—. Tengo que hacerte al menos una foto en bañador para ponerla en casa.
—Lo justo es que yo también te la haga
a ti.
Ella se rió.
—De acuerdo.
—También deberíamos comprar regalos
para todo el mundo.
—Incluso para el jefe Graves.
—¿Qué sugieres?
—Algo musical.
Niall frunció los labios.
—Le llevaremos una de esas flautas de
madera.
—¡No! Algo musical.
Él la estrechó entre sus brazos.
—Que sea algo musical.
Tras la luna de miel, se detuvieron a
pasar el fin de semana en el rancho de los Horan en Medicine Ridge, donde Demi
tuvo tiempo de conocer mejor a la cuñada de Niall, Kasie.
—Me daba mucho miedo no encajar aquí —le
confesó Demi mientras recorrían el jardín de la casa. Las flores crecían en
abundancia alrededor de la enorme piscina—. Quiero decir… este mundo es muy
distinto a todo lo que conozco.
—Sé exactamente cómo te sientes —le
aseguró Kasie—. Yo nací en África. Mis padres eran misioneros allí —recordó con
tristeza—. Los mataron delante de nosotros, de mi hermano Kantor y de mí. Nos
fuimos a vivir con nuestra tía a Arizona. Kantor creció, se casó y tuvo una
niña. Estaba sobrevolando África en un servicio courier cuando sufrió un ataque. Les dispararon a su familia y a él
en el avión y murieron.
Kasie se sentó en uno de los bancos y
miró hacia el horizonte.
—Nunca pensé que yo terminaría aquí —dijo—.
A Gil ni siquiera le caía bien al principio —aseguró riéndose—. Me hizo la vida
imposible cuando vine a trabajar aquí.
—No parece esa clase de hombre —aseguró
Demi.
—Puede ser muy amable. Pero había
perdido a su esposa en un accidente de equitación y no quería volver a casarse
nunca. Dijo que yo me colé por sorpresa. Por supuesto, pensaba que era
demasiado joven para él.
—Igual que Niall —suspiró Demi—. Y yo
estaba convencida de que era demasiado rico para mí.
Kasie se rió.
—Yo también sentía eso. Pero ya ves,
no tiene nada que ver con el dinero. Tiene que ver con los sentimientos y las
cosas que tengáis en común. A veces Gil y yo nos quedamos hablando horas y
horas. Es mi mejor amigo además de mi marido.
—Yo siento lo mismo por Niall —aseguró
Demi—. Ha encajado perfectamente en mi familia, como si los conociera de
siempre.
—Mamá Luke también adoptó a Gil al
instante —captó la mirada de curiosidad de Demi—. Oh, es la hermana de mi
madre. Es monja.
—¡Cielos!
—Mi madre estaba embarazada de mí y de
Kantor cuando un mercenario le salvó la vida —se explicó—. Se llamaba K.C.
Kantor. Nos pusieron así a los dos por él.
—He oído hablar de él —dijo Demi
vacilando. No quería repetir lo que había escuchado sobre aquel millonario
solitario y malhumorado.
—La mayoría de las cosas que has oído
seguro que son ciertas —se rió Kasie al ver su expresión—. Pero yo le debo la
vida. Es un buen hombre. Seguramente se habría casado con Mamá Luke si ella no
hubiera sentido la llamada de Dios.
—¿Está casado?
Kasie frunció el ceño.
—Tengo entendido que se casó una vez
con una mujer terrible y que se divorció de ella enseguida. No sé si es verdad.
Esa clase de cosas no se preguntan.
—Entiendo.
—A los padres de Gil les has caído
bien —dijo Kasie de repente.
—¿Ah, sí? —Demi estaba asombrada—. ¡Pero
si apenas tuve ocasión de cruzar dos palabras con ellos en la boda!
—Pero Niall sí —Kasie sonrió—. Cantaba
tus alabanzas mucho antes de casarse contigo. Magdalena dice que quiere que le
enseñes a hacer punto.
—Sí, eso me dijo Niall, pero creí que
era broma.
—No, es en serio. Ya verás, se
presentará un día de éstos en tu rancho con su set de costura y tendrás que
echarla de allí con la escoba.
Demi se sonrojó.
—Nunca haría una cosa así. Es
guapísima.
—Sí. Los chicos y ella ni siquiera se
hablaban antes de que yo me casara con Gil. Yo lo convencí para que nos
reuniéramos con ellos en nuestra luna de miel. Gil estaba conmocionado. Sus
padres se casaron muy jóvenes y tuvieron hijos mucho antes de estar preparados
para ello. El tío de Niall y Gil se los llevó con él y dejó a sus padres fuera
de sus vidas. Fue una tragedia. Crecieron creyendo que sus padres no los
querían. No era cierto. Sencillamente, no sabían cómo acercarse a sus hijos
después de tantos años.
—Yo pienso que padres e hijos
necesitan estar juntos esos primeros años —aseguró Demi.
—Estoy totalmente de acuerdo —dijo
Kasie sonriendo—. Gil y yo queremos tener hijos propios, pero primero queremos
que las niñas se sientan seguras con nosotros. No hay prisa. Tenemos muchos
años por delante.
—Las niñas parecen muy felices.
Kasie asintió.
—Es como si fueran hijas mías —dijo
con dulzura—. Las quiero mucho. Se me rompió el corazón cuando Gil me envió a
casa desde Nassau y me dijo que no estuviera allí cuando ellas llegaran.
—¿Cómo?
Kasie se rió.
—Tuvimos un noviazgo difícil. Algún
día te lo contaré todo. Pero ahora será mejor que entremos. Tu marido se pondrá
nervioso si no te ve.
—Es un buen marido.
—Es bueno. Como mi Gil. Tenemos suerte
para ser dos chicas pobres, ¿no te parece? —le preguntó.
Demi la tomó del brazo.
—Sí. Pero las dos viviríamos en una
chabola y coseríamos a mano si nos lo pidieran.
—¿De qué habéis estado hablando tanto
tiempo? —le preguntó Niall aquella noche a Demi cuando la abrazó en la cama.
—De los hombres tan maravillosos con
los que nos hemos casado —respondió ella adormilada alzándose para darle un
beso.
—¿Te ha hablado Kasie de su pasado?
—Sí. Qué historia tan increíble. Y me
dijo que Gil al principio no la aguantaba.
—Es verdad —Niall se rió—. Incluso
llegó a despedirla. Pero se dio cuenta a tiempo de su error. Ella era una mujer
misteriosa y mi hermano no estaba dispuesto a volver a arriesgar su corazón.
—Algo parecido a ti —murmuró Demi.
Niall se rió.
—Algo parecido —la estrechó contra sí
y cerró los ojos—. Mañana volvemos a casa. ¿Estás preparada para vivir con tu
marido, señora Horan?
—Preparada y deseosa, señor Horan —murmuró
sonriendo mientras se quedaba dormida.
Varias semanas más tarde, Demi se
había instalado ya en el rancho y estaba haciendo suficientes accesorios de
punto y de croché como para convertir aquel lugar en un hogar. La señora Lovato
tenía una nueva compañera, una enfermera de mediana edad llamada Helen, muy
dulce y que cocinaba además de limpiar la casa. No tenía familia, así que la
señora Lovato y Selene llenaron aquel espacio vacío de su vida. Ellas estaban
encantadas. Demi y Niall las visitaban con regularidad. Pero eran como
periquitos, resultaba difícil ver a uno sin el otro. Demi decía que parecían
hermanos siameses, y Niall estuvo completamente de acuerdo.
Una tarde. Niall entró en casa por la
puerta de atrás acompañado del jefe Graves, que sonreía de oreja a oreja.
—Tenemos visita —le dijo Niall a Demi
parándose a su lado y estrechándola cálidamente contra sí—. Nos trae noticias.
—Pensé que os gustaría saber que el
señor Tarleton tiene que cumplir una condena de cinco años —dijo encantado—. Lo
encerraron el pasado viernes. Va a recurrir, por supuesto, pero no le servirá
de nada. Lo grabaron en vídeo mientras accedía a los términos del acuerdo. Ya
os dije que la juez era muy dura con los cargos de agresión sexual.
Demi asintió.
—Lo lamento por él —dijo—. Ojalá
hubiera aprendido la lección la última vez en Wyoming. Supongo que, cuando
haces algo mal durante mucho tiempo, no puedes dejar de hacerlo.
—Los agresores suelen ser reincidentes
en muchas ocasiones —replicó Graves con solemnidad—, Pero ya está fuera de las
calles, no podrá hacer daño a más mujeres —apretó los labios—. También quería
daros las gracias por el regalo que me habéis traído de México. Aunque tengo
una curiosidad.
—¿De qué se trata? —preguntó Demi.
—¿Cómo sabíais que tocaba la flauta?
Ella alzó las cejas.
—¿Tocas la flauta? —preguntó
sorprendida.
El jefe de policía se rió.
—Tal vez tu esposa sea clarividente —le
dijo a Niall—. Más te vale cuidar bien de ella. Una mujer con ese don vale su
peso en oro.
—Y que lo digas —respondió Niall
mirando a su esposa con arrobo.
—Vuelvo al pueblo. Cuidaos.
—Tú también —le dijo Demi.
Cuando Graves se subió a su camioneta.
Niall se giró hacia Demi con los ojos entornados.
—Así que puedes leer el pensamiento,
¿verdad? —Le apretó la frente contra la suya y le rodeó la cintura con las
manos—. ¿Crees que puedes decirme lo que estoy pensando en este momento? —la
retó en broma.
Ella se puso de puntillas y le dijo
algo al oído.
Niall se rió, la agarró en brazos y
entró en el vestíbulo con ella a cuestas. Demi se abrazó con fuerza a él. La
mente de algunos hombres, pensó con picardía, no resultaba en absoluto difícil
de leer.
Fin =)
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