sábado, 13 de abril de 2013

♡Tierra De Pasiones-Adaptacion Diall-Capitulo 29♡


El día de Nochevieja, con la prueba de balística y la autopsia de John Clark realizadas, Niall se pasó por el rancho a la hora del almuerzo con ánimo pensativo.
Demi estaba viendo las noticias en el salón cuando apareció; Maude había salido a comprar comida. Niall advirtió enseguida que habían retirado el árbol de Navidad. Era una dolorosa prueba de lo abatida que estaba Demi aquellas navidades, porque le gustaba conservarlo hasta el Año Nuevo. El regalo que Niall no le había hecho lo hacía sentirse incómodo. Todavía lo tenía en su apartamento, pero se sentía demasiado avergonzado a aquellas alturas para dárselo.
Se sentó en el sillón y dejó el sombrero a un lado mientras Demi esperaba en silencio a oír lo que quería contarle. La televisión tronaba en el silencio. Niall se encogió de hombros.
—Tenía razón. Mi bala sesgó la arteria femoral de Clark, Podría haber sobrevivido, pero solo con atención médica inmediata —sonrió con semblante taciturno—. No me siento mucho mejor, pero dijeron que la bala del guardia de seguridad fue la que lo mató, y así es como constará en el informe.
Demi se sentía incómoda con él después de su fría despedida del día de Navidad. Pero lo quería demasiado para hacer como si su problema no le importara.
—La intención es lo que importa ante la ley, Niall, y lo sabes —le recordó con suavidad—. No tuviste intención de matarlo. Estoy segura de que el guardia de seguridad, tampoco.
Niall tenía la mirada atormentada.
—No, el guardia tampoco quiso matarlo. Pero lo está pasando mal. John Clark ha muerto, y los periódicos nos culpan a los dos, a pesar de lo que se ha descubierto con la autopsia.
Demi quería sentarse en sus rodillas y abrazarlo, consolarlo. Pero existía una tremenda distancia entre ellos. Lo sentía tan inaccesible como si nunca la hubiera tocado.
Estaba confusa, y se sentía rechazada. No se había parado a pensar cómo sería tener una relación íntima con un hombre. Era pura agonía estar lejos de él, incluso durante una hora. Pero Niall no la quería a su lado de forma permanente. Había bebido demasiado, había sufrido un trauma, y se había consolado con Demi en Nochebuena. No era nada más que eso, en realidad. Para él todo había acabado. La muerte de Clark no era culpa suya. Volvería a trabajar en cuanto terminara los papeleos y los asesoramientos psicológicos y, poco a poco, se olvidaría de lo ocurrido, incluida la noche con ella. De hecho, al mirarlo, Demi se daba cuenta de que ya lo había olvidado.
—Estás muy callada —comentó. Ella lo miró a los ojos.
—Perdona. ¿Has dicho que ya han hecho la autopsia?
—Sí. Lo enterrarán pasado mañana. Un policía llevara a Jack Clark a Victoria para que pueda asistir al funeral. Los periodistas se pondrán las botas con eso.
—Son los tiempos que corren —repuso Demi, y lo miró con tristeza—. Pero, como solías decirme, hasta la vida es una situación temporal. Lo superarás.
—Claro —dijo, y Demi vio cómo su pecho se elevaba y descendía despacio. Sostuvo su mirada lenta y sombría—. He estado posponiendo hablar de este tema porque no sabía cómo abordarlo. Pero tenemos que hablar del futuro, Demi —anunció por fin.
—¿Qué futuro? —le preguntó Demi con sonrisa forzada. El inspiró.
—Debemos tramitar el divorcio.
Demi no reaccionó. Le costó, pero lo logró.
—Sí.
Niall se relajó. Demi se lo estaba tomando mejor de lo que había esperado. Todavía no estaba seguro de lo que sentía, pero debía hacer algo.
—Lo pediré lo antes posible. Ahora mismo, hay demasiado jaleo. Están atrasados con otras investigaciones, así que la mía tendrá que esperar hasta después de Año Nuevo. Todavía tengo que responder preguntas y ver a un psicólogo. Habrá que emitir informes, declaraciones, y llevar a cabo todos los trámites oficiales posteriores al tiroteo.
Demi observó sus labios firmes con creciente intranquilidad.
—Lamentas lo que hicimos, ¿verdad, Niall?
No contestó de inmediato.  
—Sí —masculló por fin—. Había bebido mucho y tú estabas a mano —dijo con rotundidad—. No tenía derecho a usarte para olvidarme de mis problemas.
A Demi se le cayó el alma a los pies. ¡Vaya franqueza!
—Estamos casados... —empezó a decir.
—¡Eso no es una excusa! Demi, nunca quise que hubiera intimidad entre nosotros. Insistí en ello, y lo sabes. ¡Sabes por qué!
Parecía muy incómodo, y todas las esperanzas de Demi se evaporaron ante la certeza de lo que estaba oyendo. No se le había ocurrido pensar que dos personas que habían estado tan unidas físicamente podían convertirse en desconocidos de la noche a la mañana. Pero Niall se mostraba distante, se sentía acorralado. La libertad era una religión sagrada para él. No quería estar con Demi.
—No quieres seguir casado conmigo —dijo con un suspiro suave—.Losé.
Niall no sabía lo que quería. Estaba inquieto, confuso. Después del tiroteo, había buscado consuelo, había necesitado a una mujer. Había empleado el alcohol como una excusa para poseer a Demi, por la que había estado agonizando lentamente. Pero se sentía culpable de haberla forzado a una relación para la que no estaba preparada. Nunca había salido con ningún chico. El le había arrebatado su derecho a escoger. El amor idílico que sentía por él había llegado a su desenlace inevitable, y él estaba preocupado por la pérdida de la libertad y por su incomodidad con la vida de familia y las raíces. Se sentía asfixiado. Necesitaba espacio aunque, al mismo tiempo, no podía olvidar la experiencia vivida en aquel dormitorio a oscuras. Nunca había creído capaz a Demi de sentir una pasión tan desinhibida. De hecho, era la primera vez que él la sentía.
—No, no quiero seguir casado —dijo con obstinación, más para sí que para ella.
—Entiendo —asintió Demi.
—No lo entiendes —replicó Niall—. Pero cuando te des tiempo para pensarlo, comprenderás que tengo razón —añadió con frialdad—. Fue una noche aislada en el tiempo, Demi. Yo me pasé de la raya y tú me dejaste. Ahora, tendremos que vivir con eso a nuestras espaldas —se inclinó hacia delante con los brazos cruzados sobre las piernas—. Al menos, no habrá ninguna consecuencia.
Se refería a la supuesta pildora que Demi estaba tomando. Ella no se atrevía a contarle la verdad. Se quedó mirando el suelo.
—Y, cómo no, también está Tippy Moore —apuntó Demi con suavidad. Él frunció el ceño—. Tu prometida —le recordó, y forzó una sonrisa.
Demi se lo había mencionado en una ocasión y él no la había contradicho. Empezó a negarlo, pero se contuvo. Si Demi creía que deseaba a Tippy, le costaría menos olvidarse de él. También le haría la vida más sencilla a Tippy quien, aunque Demi no lo supiera, estaba pasándolo mal manteniendo a raya a Gary Mays, el ayudante de dirección. Al menos, su relación con Niall había servido para eso.
Demi reparó en su repentino silencio e inspiró hondo.
—Entonces, era un anillo de compromiso, ¿no?
Niall asintió, afirmando la mentira con una inclinación de cabeza que parecía una traición. Demi estaba destrozada. No quería hacerla sufrir, pero su trabajo era su vida. No quería formar una familia, le parecía una trampa mortal. ¡Menos mal que Demi estaba tomando la pildora, o podría haber quedado atrapado para siempre!
Demi intentaba asimilar aquella complicación pero fracasaba miserablemente. Le costaba trabajo no ceder al llanto cuando tenía la garganta como si se hubiera tragado un balón. Parpadeó deprisa para reprimir las lágrimas.
—Está bien —dijo con voz ronca—. No te causaré problemas, Niall. Espero que seas feliz con Tippy — entrelazó las manos con fuerza en el regazo y forzó una sonrisa—. Sabía que tenías que ir en serio con ell para comprarle un anillo como ese, cuando nos cuesta pagar las facturas del rancho. No tienes que preocuparte por eso —añadió deprisa, levantando una mano—. Tenías razón sobre la escuela. Solo me falta un semestre, y dos asignaturas, para que me den el diploma. Mientras tanto, puedo trabajar entre clases, en un supermercado o algo así —dijo rápidamente, haciendo planes—. Después, cuando me diplome, buscaré un trabajo en una empresa. Con el dinero extra, podremos contratar a otra persona a jornada completa, como teníamos planeado.
Niall hizo una mueca.
—Demi... —empezó a decir, detestando el dolor que oía en su suave voz de mujer. Ella tragó saliva.
—Puedes ir tú solo a Japón. Tratas con extranjeros todos los días.
—Tú eres copropietaria del rancho —la interrumpió.
—De momento —dijo, sin mirarlo—. Cuando consolidemos el trato con los japoneses, tomaremos decisiones. No quiero seguir viviendo aquí y ser una tercera parte incómoda cuando te cases.
—¡Por Dios! —estalló, horrorizado por lo que oía. No se había dado cuenta del cambio drástico que podía provocar la mentira. Ella se puso en pie.
—No pasa nada —dijo—. De verdad —forzó otra sonrisa—. Puede que yo también tenga perspectivas de casarme —añadió, pensando en Cash.
Niall también pensó en él. Estaba noqueado. Sus confusos razonamientos los habían lanzado a aquella maraña de futuros impensables. Se puso en pie.
— ¡No hay por qué decidir nada hoy! —exclamó.
—Es lo mejor —Demi avanzó hacia el umbral—. Deseo que todo te vaya bien en Victoria —añadió, y volvió la cabeza sin llegar a mirarlo a los ojos. Seguía sonriendo. Se le iba a quedar la cara helada en esa posición—. Feliz Año Nuevo, Niall. Espero que el próximo sea más feliz... para los dos.
Salió del salón. Niall se quedó mirando cómo se alejaba con el corazón abatido, sintiéndose como si acabara de caer en un pozo del que no podía salir. Había visto tanto dolor en aquellos ojos castaños, tanto tormento... Demi se refugiaría en Grier, maldito fuera, y este se casaría con ella en un abrir y cerrar de ojos a la mínima oportunidad. Pero Grier no podría hacerla feliz. Ella nunca lo entendería, ni encajaría en su mundo. No más de lo que Niall encajaría en los círculos sociales de Tippy Moore.
Recordó el fuerte abrazo de Demi, sus labios ávidos unidos a los de él, su cuerpo moviéndose con agónico deleite bajo el suyo sobre las sábanas frescas y blancas en la oscuridad. Ella había sido su sueño de la perfección. Pero el deseo no podía ser suficiente para ella. Querría tenerlo a su lado todos los días, querría tener hijos. Niall se estremecía solo de pensar en aquellas ataduras.
Pero Demi ya era mayor de edad y quería estar libre. Libre del rancho, libre del matrimonio, libre de él. Eso era también lo que Niall quería. ¿O no? Intentó imaginar lo que sería no volver a verla a solas, no recorrer la cerca con ella, no disfrutar de su dulce consuelo. Demi siempre sabía cuándo estaba triste o abatido, y qué decir para animarlo. A veces, casi le leía el pensamiento. Lo hacía sentirse cálido por dentro solo con su presencia. Y, en aquellos momentos, al recordar la reacción febril de su cuerpo en la intimidad, Niall se sentía aún más cerca de ella. Pero, de pronto, estaba... vacío. Solo.  
Recogió el sombrero y se lo caló en la frente, frunciendo el ceño. Se acostumbraría a estar sin ella. No sería tan difícil. Era lo mejor. Era demasiado niña para él, y no tenía suficiente experiencia con los hombre para sentar todavía la cabeza. Entonces, su cerebro le recordó que Grier se la arrebataría como un trofeo de pesca en cuanto se hubieran divorciado. Demi, dolida y rechazada, se casaría con él de rebote.
Echó a andar hacia la puerta en una niebla de indecisión justo cuando Maude la abría y entraba con una bolsa de comida.
—Hola, Niall. ¿Qué tal va todo? —preguntó con una suave sonrisa.
—Despacio, para variar —contestó. Miró hacia la cocina, donde se oía correr el agua—. Estáte pendiente de ella, ¿quieres? —añadió—. Está disgustada.
Maude lo miró con sagacidad.
—No me hace falta preguntar por qué. No te preocupes por Demi —añadió con una sonrisa—. Tengo noticias que la animarán. Cash va a llevarla a la fiesta de fin de año de Jacobsville. Tiene entradas y habrá orquesta.
Niall frunció el ceño.
—Es demasiado viejo para ella —masculló antes de poder escoger mejor las palabras. Maude se limitó a sonreír.
—No lo dirías si los vieras juntos. Demi lo rejuvenece. Y no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que Cash está colado por ella. Si fuera libre, se casaría con Demi en un abrir y cerrar de ojos.
—Tengo que irme —dijo Niall con frialdad—. Feliz Año Nuevo.
—Igualmente. Por cierto, no has recogido tus regalos de Navidad —dijo Maude—. ¿Quieres que te los traiga? Yo te he hecho unos calcetines de punto. Demi te compró un alfiler de corbata... una estrella de plata de ley. ¿Te acuerdas que le dijiste que te encantaría tener uno así? Fue a Victoria y se pasó un día entero buscándolo. ¿Te vas ya mismo? —añadió cuando él empezó a salir por la puerta.
—Sí —dijo con voz ahogada. No soportaba recordar que no le había regalado nada a Demi. Un anillo caro para Tippy, que no era más que un elemento superficial de su vida, y nada para la mujer que había sacrificado tanto por mantener en pie aquel ruinoso rancho mientras él trabajaba.
—Bueno, conduce con cuidado —le dijo Maude—. ¿No vas a despedirte de Demi?
Niall no respondió. Echó a andar hacia su vehículo, subió y salió disparado como un cohete.
Maude encontró a Demi ante la pila, llorando en silencio. Vaciló en el umbral.
—¿Me necesitas para algo?
Demi sonrió entre lágrimas y lo negó con la cabeza.
—Cash ha dicho que se pasaría a eso de las seis para llevarte a la fiesta de fin de año —añadió Maude—. ¡Eso te animará!
Demi cerró los ojos. Gracias a Dios que tenía a Cash.
—Sí —dijo con voz ronca—. Y, créeme, lo necesito. Maude, Niall y yo vamos a divorciarnos para que él pueda casarse con Tippy. ¿No es maravilloso?
Maude no sabía qué decir.
—Puede que me case con Cash —continuó.
—No hagas eso, niña —dijo Maude con suavidad—. Dos errores no hacen un acierto. Además, recuerda que Niall está atravesando unos momentos muy difíciles. Yo que tú, no me fiaría mucho de nada de lo que dijera ahora mismo. No piensa con claridad. Espera a que olvide el tiroteo antes de tomar ninguna decisión concreta, ¿de acuerdo?
Maude no sabía lo que estaba pasando, y Demi no quería contárselo. Inspiró hondo y echó detergente en el agua de la pila.
—Ni siquiera me ha comprado un programa de ordenador por Navidad, Maude —le dijo a la mujer—. A ella le regaló ese anillo tan caro. Ha afirmado que se trata de un anillo de compromiso, como Tippy nos contó. Supongo que está enamorado de ella. Así que, no hay más que hablar. Deseo que Niall sea feliz.
Maude también pero, en aquellos momentos, tenía ganas de estrangularlo. Dejó sobre la mesa de la cocina la bolsa que todavía sostenía en la mano.
—Hay más en el coche —murmuró, y salió en busca del resto de la compra. Demi ni siquiera miró. De todas formas, las lágrimas no le permitían ver gran cosa.

La fiesta de fin de año fue sensacional. Se celebró en el Centro Cultural de Jacobsville, situado junto a la plaza principal, y a ella asistieron la mayoría de las familias fundadoras de Jacobsville. Janie Brewster Hart y su marido. Leo, se habían casado poco antes de la Navidad y se abrazaron cuando unos inesperados copos de nieve cayeron sobre los grupos que se congregaban en la plaza para escuchar las doce campanadas. Todo el mundo sonrió con indulgencia al verlos.
Cash se inclinó y besó a Demi con suavidad en los labios. Ella le rodeó el cuello con las manos y le devolvió el beso con un repentino entusiasmo que lo hiz estremecerse de pies a cabeza. Cash le devolvió el beso con fervor, y con toda su destreza. Demi sonrió bajo la presión de sus labios, disfrutando de la novedad de estar en sus brazos. No era Niall, pero resultaba agradable besarlo de todas formas. No hacía falta preguntar lo experimentado que era, porque se notaba. Ninguno de los dos reparó en las miradas de regocijo de sus conciudadanos.
La noticia del beso ardiente de Demi y Cash se propagó por la ciudad y llegó a oídos de Niall, que ya había vuelto a su puesto. No le sentó bien, sobre todo porque cada día que pasaba lamentaba más su impulsiva charla con Demi sobre el divorcio.
Jack Clark fue trasladado a Victoria para asistir al funeral de su hermano varios días después de la autopsia. De regreso a Jacobsville, Jack se mostró tan dócil y educado que el amable agente del sheriff que lo trasladaba rompió el protocolo y lo dejó esposado en lugar de encadenado. En el transcurso de una parada que Clark había solicitado para ir al baño, el amable agente fue recompensado recibiendo dos golpes en la cabeza con la culata de su propio revólver reglamentario de calibre 38. Clark lo dio por muerto y lo abandonó bajo una fuerte lluvia en la cuneta de la autovía. Horas más tarde, encontraron el coche patrulla vacío a las afueras de Victoria.
Incapaz de viajar a Jacobsville aquel día debido a su apretada agenda, Niall telefoneó a Cash Grier y le contó lo ocurrido. También tenía que pedirle que estuviera pendiente de Demi, ya que temía que Jack Clark quisiera ajustar cuentas con todos ellos, en especial, con él.
El equipo de rodaje regresó para realizar sus dos últimas semanas de trabajo, y Demi estaba tan abatida que apenas se fijó en Tippy. Había aprobado todos sus cursos de otoño y se había matriculado para el semestre siguiente.
Niall se presentó el primer domingo del rodaje, a primera hora. Era un día frío pero soleado. Cash ya estaba allí, hablando con uno de sus hombres sobre la vigilancia y esperando a que Demi se preparara para poder salir con ella.
Demi no había esperado ver a Niall y reaccionó con incomodidad. Lo mismo hizo Niall. Hablaron con la educación gélida de dos desconocidos rivales. Demi ni siquiera le sonrió. Tippy vio aquella nueva tensión e incomodidad y formuló una desagradable hipótesis. Gary la estaba acosando más que nunca y la aterraba quedarse sola con él, aunque hubiera más personas. ¡No podía permitir que Niall la abandonara justo en aquel momento!
De modo que, mientras Niall hablaba brevemente con el ayudante de dirección y el personal colocaba los aparatos, Tippy se detuvo junto a la silenciosa Demi.
—Es lo que pasa cuando uno refleja en la cara lo que siente —le dijo Tippy con frivolidad—. Si quieres algo de un hombre, no deberías arrojarte en sus brazos. De todas formas, el sexo es una pobre manera de retener a un tipo como Niall. Está demasiado asqueado para hablar contigo, ¿no te das cuenta? Me dijo que lo avergüenzas con tu comportamiento. Lo único que quiere es olvidar lo ocurrido. Dice que te arrojaste en sus brazos y que no pudo evitarlo.
Demi miró a la mujer con semblante horrorizado. Tippy se sintió fugazmente culpable por la mentira. Pero había dado en el blanco, para haber sido un tiro al aire.
—Asqueado —repitió Demi con voz inexpresiva, sintiendo náuseas. Desde luego, Niall no se andaba con rodeos. Su inexperiencia y su pasión desinhibida lo habían asqueado, y no soportaba seguir viéndola. Le había dicho a Tippy que ella se había entregado a él, y que lo único que deseaba era olvidarlo todo. Bueno, no era ninguna sorpresa. ¿No se lo había dicho ya a ella? Pero no había sido tan cruel, ni siquiera al mencionar el divorcio.
Se dio la vuelta y fue a recoger su bolso. No se le ocurrió ponerse un jersey, aunque hacía frío. Cuando volvió a salir, Niall estaba en el porche.
No lo miró a los ojos; estaba terriblemente dolida. Se colgó el bolso del hombro con movimientos rígidos.
—¿Estás bien? —preguntó Niall con vacilación. Ella apretó los labios.
—Tengo entendido que verme te asquea, y que te avergüenzo con mi mera presencia. De momento, no puedo evitarlo, pero prometo alejarme lo más posible de ti cuando vengas. Dile a Tippy que no tiene por qué seguir atormentándome. Tendrás el divorcio en cuanto lo pidas —elevó los ojos, dolidos y furiosos—. ¿Cómo has podido decirle que nos habíamos acostado, que me arrojé en tus brazos? ¿Cómo has podido, Niall?
Niall frunció el ceño, y empezó a hablar, pero ella se alejó por una pradera cercana hacia una de las construcciones del rancho, para esperar allí a que Cash terminara de hablar con uno de sus hombres.
Niall montó en cólera. ¿Cómo podía Tippy haberle contado aquella mentira a Demi, cuando él ya le había desgarrado el corazón? Avanzó hacia la modelo con los ojos inyectados en sangre, y la acorraló a unos metros de distancia de donde Demi aguardaba a Cash, cerca del edificio.
—¿Por qué le has dicho a Demi que me asqueaba? —preguntó a Tippy con enojo—. ¿Por qué le has mentido?
Tippy estaba demasiado aturdida para contestar. No se le había ocurrido pensar que la joven repetiría sus palabras a Niall al momento siguiente. Empezó a hablar, cuando avistó un movimiento detrás de Niall que captó su atención.
Demi se alejaba un poco más de la dolorosa visión de Niall hablando con Tippy Moore. De improviso, vio a un hombre delgado y medio calvo apuntando a la espalda de Jack con una pistola.
No había tiempo. Niall era capaz de reaccionar en una fracción de segundo, pero en la fracción de segundo que ella tardaría en llamarlo caería muerto. Era la única decisión posible, así que Demi la tomó. Se interpuso en la trayectoria de la bala justo cuando Clark disparaba.
Por extraño que pareciera, no sintió dolor. Notó el impacto de un objeto duro y, después, la dificultad de respirar. Se quedó mirando al hombre que acababa de apretar el gatillo y, con un pequeño gemido, cayó al suelo boca abajo, sangrando, inconsciente.
Tippy vio lo que ocurría con auténtico horror.
—¡Niall! —chilló en el momento en que se produjo la detonación.
Con el instinto de muchos años de profesión, con un único movimiento fluido, Niall desenfundó su automática Colt del calibre 45, se dio la vuelta y disparó, hiriendo a Clark en la mano. El hombre soltó su arma y cayó de rodillas.
Niall avanzó hacia él sin vacilación, advirtiendo distraídamente que Demi se había desmayado. Cash Grier se acercó corriendo, empuñando su revólver.
—Yo lo esposaré —dijo Niall—. Tú ocúpate de Demi. Creo que se ha desmayado.
Inmovilizó a Clark y lo esposó a la espalda, haciendo caso omiso de los gritos de dolor del hombre y de sus furiosas amenazas.
—¡Barnes, llama a una ambulancia! —le gritó al subalterno de Grier, que hizo una seña y empezó a hablar por el radiotransmisor que llevaba en la solapa del uniforme.
—¡Niall!
La voz de Cash sonaba extrañamente entrecortada.  Aquello lo inquietó. Dejó a Clark esposado, de rodillas, retiró el revólver que llevaba y se lo guardó en su cinturón reglamentario. Se reunió con Cash junto al cuerpo inmóvil de Demi. Tippy se había quedado petrificada, pero ella también se acercó, junto con el resto del personal de rodaje.
La mano de Cash salió de debajo del pecho de Demi cubierta de sangre.
Niall dejó de respirar, dejó de pensar. Demi no se había desmayado; yacía inmóvil y rígida. Estaba muerta. Clark la había matado. Se dio la vuelta mascullando una rápida maldición y se abalanzó contra el hombre esposado con una economía de movimientos temible.
—¡Niall, no! ¡Deténganlo! —les gritó Cash á los miembros del rodaje.
Tres hombres, dos ingenieros y el ayudante de dirección, atraparon a Niall justo cuando alcanzaba a Clark y lo apartaron de él. Niall maldecía profusamente, con voz entrecortada, mientras la realidad empezaba a penetrar su aturdimiento.
—¡Soltadme, maldita sea! —jadeaba, forcejeando con sus captores.
—¡Niall, está viva! —gritó Cash—. ¿Me oyes? ¡Vén aquí! ¡No puedo hacer esto yo solo!
Niall se deshizo de los hombres que lo retenían y se reunió con Cash justo cuando este daba la vuelta al cuerpo con manos trémulas y suaves. Niall estaba pálido y respiraba con dificultad.
La sangre manaba del frente de su blusa, empapándola y manchando la hierba sobre la que Demi yacía. Hacía tanto frío que la sangre humeaba. Demi estaba inconsciente y respiraba de forma ruidosa.
—Colapso pulmonar —masculló Cash—. La han herido en algún punto de la caja torácica —miró a Niall con semblante frenético—. Necesitamos mantas, algo con lo que levantarle los pies, presionar la herida...
Niall se quedó rígido, contemplando la palidez e inmovilidad de Demi y reflejando horror en cada línea de su rostro. Por primera vez en su vida, era incapaz de reaccionar. Había tanta sangre... pensó a ciegas. ¡Tanta! Cash tampoco estaba respondiendo muy bien; se sentía impotente al ver a Demi así.
Tippy se acercó deprisa, recordando lo que le había dicho a Demi hacía escasos minutos, la mentira que ella se había inventado. Se odiaba a sí misma. La sangre la mareaba, pero estaba acostumbrada a las emergencias. Se quitó el lujoso jersey que llevaba y cubrió con él la herida, presionando con fuerza para intentar detener la hemorragia. Grier la miró, sorprendido.
—Está entrando en estado de shock —dijo Tippy con serenidad—. Necesitamos mantas.
— ¡ Mantas! — gritó Cash.
Los hombres empezaron a correr. Maude oyó el revuelo y salió corriendo de la casa, pero regresó al interior en cuanto le contaron lo ocurrido y lo que se precisaba. Salió de nuevo acarreando mantas de la habitación de invitados, y un enorme edredón. Se los pasó a Cash, que cubrió a Demi mientras Tippy seguía presionando la herida. Maude enrolló una de las mantas y la usó para levantarle las piernas a Demi. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Sollozaba mientras retorcía las manos y la observaba.
—¿Qué pasa con la ambulancia? —le gritó Grier a su agente.
En aquel momento, el sonido de las sirenas hendió el murmullo de conversaciones. Niall sostenía una de las manos de Demi con tanta fuerza que hasta ella tenía los nudillos blancos. Tenía ojos de muerto; ni siquiera parecía ver a la gente que lo rodeaba.
Demi estaba empezando a temblar de pies a cabeza, y un gemido lastimero y áspero brotó de sus labios. El sonido arrancó a Niall de su estupor. Le retiró a Demi el pelo de la cara.
—No te muevas, cariño —le dijo con voz ronca—. No te preocupes, estoy aquí. Te pondrás bien. ¿Dónde diablos está esa maldita ambulancia? —gritó con su voz grave impregnada de pánico.
—Aquí, señor —dijo el hombre de Cash, que estaba apartando a los curiosos y haciendo señas a la ambulancia para que se acercara. Tras la ambulancia llegaba un coche de policía de Jacobsville con otros dos hombre de Grier.
Niall seguía sujetando con fuerza la mano de Demi. Logró mantenerse cuerdo el tiempo suficiente para lanzar una mirada a Clark, que estaba de rodillas sobre la hierba, gimiendo por su herida.
—Meted en la cárcel a ese hijo de perra —masculló—, antes de que acabe con él.
La mirada de Niall delataba sus intenciones. Había olvidado la ley, el deber, el honor, todo, dominado por el peor temor que había experimentado en su vida. Si Demi moría, sería un hombre sin ley. Ya no le importaría nada en el mundo, nunca, salvo la venganza. Se sentía frío, enfermo y horrorizado, y no podía arrancar la mirada del rostro contraído por el dolor de Demi. Lo estaba matando verla así. Y la sangre seguía manando como agua de un aspersor, a pesar de los esfuerzos febriles de Tippy por cortar el flujo.
El personal de la ambulancia actuó con rapidez y eficiencia. Niall no quería soltarle la mano a Demi. Tuvieron que rodearlo para trasladarla, porque Niall subió a la ambulancia con ella, sosteniéndole la mano.
—No la dejen morir —le dijo Cash a un miembro del personal médico—. Voy a desarmar a Niall antes de que se la lleven —añadió en un murmullo.
Subió a la ambulancia, habló en voz baja con Niall, que apenas lo oyó, y le quitó las dos armas, la Colt automática y el revólver con el que Clark había disparado. Cuando bajó, cerraron las puertas de la ambulancia.
La última imagen que tuvo de Demi fue con la cabeza morena de Niall inclinada sobre ella en una agonía de dolor.
—¿Vivirá? —le preguntó Tippy a Grier.
Cash la miró, comprendiendo con retraso que le estaba dirigiendo la palabra.
—No lo sé —dijo con voz inexpresiva. Estaba tan asustado como Niall, solo que lo ocultaba mejor. La modelo inspiró de forma trémula.
—Nunca había visto una herida de bala.
Grier no estaba escuchando. Uno de sus hombres se acercó a él.
—Encadenadle los tobillos y trasladadlo al hospital —ordenó Grier con aspereza.
—Necesito un médico —rugía Clark—. Estoy herido. ¡Me sangra la mano!
Grier se lo quedó mirando.
—Si haces un solo movimiento que no me agrade, lo que necesitarás será un enterrador —dijo con pura malicia, e hizo girar la Colt en su mano con una destreza que indujo a Clark a retroceder.
—¡Esta vez he fallado, pero no volveré a hacerlo! — rugió Clark—. Mató a mi hermano. Yo lo mataré a él. ¡Lo juro!
Grier le hizo caso omiso y entregó al agente de policía las dos armas que le había quitado a Niall.
—La Colt es de Niall Horan. El Smith&Wesson es el arma con la que Clark disparó a Demi Lovato. Guárdalas bajo llave en mi despacho.
—Nos ocuparemos de ellas, señor —le aseguró el agente—. Espero que la señorita Lovato se ponga bien.
—Yo también —dijo Grier con voz ronca, con la voz tan rígida como sus rasgos. Lo estaba matando no poder ir en la ambulancia con ella. Pero era Niall quien tenía derecho a acompañarla, por mucho que detestara reconocerlo.
Tippy Moore vio alejarse la ambulancia. Lanzó una mirada a Maude, que lloraba amargamente a un lado. Imaginaba lo afectada que estaba la mujer, que era lo más parecido a una madre que Demi había tenido. Se acercó a ella y le pasó un brazo por los hombros para consolarla.
—Vamos —dijo con suavidad—. La acompañaré a casa.
—Tengo que ir al hospital —gimió Maude—. Pero no puedo conducir de lo mucho que estoy temblando.
—Le pediré a alguien que nos lleve —dijo Tippy—. Yo también voy —añadió con obstinación, lanzando una mirada al ayudante de dirección, que parecía estar a punto de replicar—. Hoy no contéis conmigo —le dijo—. Voy a ir al hospital a hacer compañía a Niall.
Gary Mays elevó las manos en señal de protesta pero, al recibir una mirada fría de Grier, se alejó sin decir palabra.
—Podéis venir conmigo —les dijo a las mujeres sin mirarlas—. Dadme un minuto para que llame a la comisaría y a los Rangers —se sacó el móvil de la funda y empezó a marcar números.
—Necesita un jersey —le dijo Tippy a Maude, y la condujo hacia la casa— Yo tendré que pedirle uno prestado. He usado el mío para cubrir a Demi.
Maude se había dado cuenta, a pesar de la agonía del momento. Logró sonreír entre las lágrimas, sorprendida y complacida de encontrar un aliado donde había creído tener un enemigo. Toda la malevolencia que había sentido hacia la hermosa modelo se evaporó.
—Le buscaré algo que pueda ponerse.

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