El día de
Nochevieja, con la prueba de balística y la autopsia de John Clark realizadas, Niall
se pasó por el rancho a la hora del almuerzo con ánimo pensativo.
Demi estaba viendo
las noticias en el salón cuando apareció; Maude había salido a comprar comida. Niall
advirtió enseguida que habían retirado el árbol de Navidad. Era una dolorosa
prueba de lo abatida que estaba Demi aquellas navidades, porque le gustaba
conservarlo hasta el Año Nuevo. El regalo que Niall no le había hecho lo hacía sentirse incómodo. Todavía lo tenía
en su apartamento, pero se sentía demasiado avergonzado a aquellas alturas para
dárselo.
Se sentó en el
sillón y dejó el sombrero a un lado mientras Demi esperaba en silencio a oír lo
que quería contarle. La televisión tronaba en el silencio. Niall se encogió de
hombros.
—Tenía razón. Mi
bala sesgó la arteria femoral de Clark, Podría haber sobrevivido, pero solo con
atención médica inmediata —sonrió con semblante taciturno—. No me siento mucho
mejor, pero dijeron que la bala del guardia de seguridad fue la que lo mató, y
así es como constará en el informe.
Demi se sentía
incómoda con él después de su fría despedida del día de Navidad. Pero lo quería
demasiado para hacer como si su problema no le importara.
—La intención es lo
que importa ante la ley, Niall, y lo sabes —le recordó con suavidad—. No
tuviste intención de matarlo. Estoy segura de que el guardia de seguridad,
tampoco.
Niall tenía la
mirada atormentada.
—No, el guardia
tampoco quiso matarlo. Pero lo está pasando mal. John Clark ha muerto, y los
periódicos nos culpan a los dos, a pesar de lo que se ha descubierto con la
autopsia.
Demi quería
sentarse en sus rodillas y abrazarlo, consolarlo. Pero existía una tremenda
distancia entre ellos. Lo sentía tan inaccesible como si nunca la hubiera
tocado.
Estaba confusa, y
se sentía rechazada. No se había parado a pensar cómo sería tener una relación
íntima con un hombre. Era pura agonía estar lejos de él, incluso durante una
hora. Pero Niall no la quería a su lado de forma permanente. Había bebido
demasiado, había sufrido un trauma, y se había consolado con Demi en
Nochebuena. No era nada más que eso, en realidad. Para él todo había acabado.
La muerte de Clark no era culpa suya. Volvería a trabajar en cuanto terminara
los papeleos y los asesoramientos psicológicos y, poco a poco, se olvidaría de
lo ocurrido, incluida la noche con ella. De hecho, al mirarlo, Demi se daba cuenta
de que ya lo había olvidado.
—Estás muy callada
—comentó. Ella lo miró a los ojos.
—Perdona. ¿Has
dicho que ya han hecho la autopsia?
—Sí. Lo enterrarán
pasado mañana. Un policía llevara a Jack Clark a Victoria para que pueda
asistir al funeral. Los periodistas se pondrán las botas con eso.
—Son los tiempos
que corren —repuso Demi, y lo miró con tristeza—. Pero, como solías decirme,
hasta la vida es una situación temporal. Lo superarás.
—Claro —dijo, y Demi
vio cómo su pecho se elevaba y descendía despacio. Sostuvo su mirada lenta y
sombría—. He estado posponiendo hablar de este tema porque no sabía cómo
abordarlo. Pero tenemos que hablar del futuro, Demi —anunció por fin.
—¿Qué futuro? —le
preguntó Demi con sonrisa forzada. El inspiró.
—Debemos tramitar
el divorcio.
Demi no reaccionó.
Le costó, pero lo logró.
—Sí.
Niall se relajó. Demi
se lo estaba tomando mejor de lo que había esperado. Todavía no estaba seguro
de lo que sentía, pero debía hacer algo.
—Lo pediré lo antes
posible. Ahora mismo, hay demasiado jaleo. Están atrasados con otras
investigaciones, así que la mía tendrá que esperar hasta después de Año Nuevo.
Todavía tengo que responder preguntas y ver a un psicólogo. Habrá que emitir
informes, declaraciones, y llevar a cabo todos los trámites oficiales
posteriores al tiroteo.
Demi observó sus
labios firmes con creciente intranquilidad.
—Lamentas lo que
hicimos, ¿verdad, Niall?
No contestó de
inmediato.
—Sí —masculló por
fin—. Había bebido mucho y tú estabas a mano —dijo con rotundidad—. No tenía
derecho a usarte para olvidarme de mis problemas.
A Demi se le cayó
el alma a los pies. ¡Vaya franqueza!
—Estamos casados...
—empezó a decir.
—¡Eso no es una
excusa! Demi, nunca quise que hubiera intimidad entre nosotros. Insistí en
ello, y lo sabes. ¡Sabes por qué!
Parecía muy
incómodo, y todas las esperanzas de Demi se evaporaron ante la certeza de lo
que estaba oyendo. No se le había ocurrido pensar que dos personas que habían
estado tan unidas físicamente podían convertirse en desconocidos de la noche a
la mañana. Pero Niall se mostraba distante, se sentía acorralado. La libertad
era una religión sagrada para él. No quería estar con Demi.
—No quieres seguir
casado conmigo —dijo con un suspiro suave—.Losé.
Niall no sabía lo
que quería. Estaba inquieto, confuso. Después del tiroteo, había buscado
consuelo, había necesitado a una mujer. Había empleado el alcohol como una
excusa para poseer a Demi, por la que había estado agonizando lentamente. Pero
se sentía culpable de haberla forzado a una relación para la que no estaba
preparada. Nunca había salido con ningún chico. El le había arrebatado su
derecho a escoger. El amor idílico que sentía por él había llegado a su
desenlace inevitable, y él estaba preocupado por la pérdida de la libertad y
por su incomodidad con la vida de familia y las raíces. Se sentía asfixiado.
Necesitaba espacio aunque, al mismo tiempo, no podía olvidar la experiencia
vivida en aquel dormitorio a oscuras. Nunca había creído capaz a Demi de sentir
una pasión tan desinhibida. De hecho, era la primera vez que él la sentía.
—No, no quiero
seguir casado —dijo con obstinación, más para sí que para ella.
—Entiendo —asintió Demi.
—No lo entiendes
—replicó Niall—. Pero cuando te des tiempo para pensarlo, comprenderás que
tengo razón —añadió con frialdad—. Fue una noche aislada en el tiempo, Demi. Yo
me pasé de la raya y tú me dejaste. Ahora, tendremos que vivir con eso a
nuestras espaldas —se inclinó hacia delante con los brazos cruzados sobre las
piernas—. Al menos, no habrá ninguna consecuencia.
Se refería a la
supuesta pildora que Demi estaba tomando. Ella no se atrevía a contarle la
verdad. Se quedó mirando el suelo.
—Y, cómo no,
también está Tippy Moore —apuntó Demi con suavidad. Él frunció el ceño—. Tu
prometida —le recordó, y forzó una sonrisa.
Demi se lo había
mencionado en una ocasión y él no la había contradicho. Empezó a negarlo, pero
se contuvo. Si Demi creía que deseaba a Tippy, le costaría menos olvidarse de
él. También le haría la vida más sencilla a Tippy quien, aunque Demi no lo supiera,
estaba pasándolo mal manteniendo a raya a Gary Mays, el ayudante de dirección.
Al menos, su relación con Niall había servido para eso.
Demi reparó en su
repentino silencio e inspiró hondo.
—Entonces, era un
anillo de compromiso, ¿no?
Niall asintió,
afirmando la mentira con una inclinación de cabeza que parecía una traición. Demi
estaba destrozada. No quería hacerla sufrir, pero su trabajo era su vida. No
quería formar una familia, le parecía una trampa mortal. ¡Menos mal que Demi
estaba tomando la pildora, o podría haber quedado atrapado para siempre!
Demi intentaba
asimilar aquella complicación pero fracasaba miserablemente. Le costaba trabajo
no ceder al llanto cuando tenía la garganta como si se hubiera tragado un
balón. Parpadeó deprisa para reprimir las lágrimas.
—Está bien —dijo
con voz ronca—. No te causaré problemas, Niall. Espero que seas feliz con Tippy
— entrelazó las manos con fuerza en el regazo y forzó una sonrisa—. Sabía que
tenías que ir en serio con ell para comprarle un anillo como ese, cuando nos
cuesta pagar las facturas del rancho. No tienes que preocuparte por eso —añadió
deprisa, levantando una mano—. Tenías razón sobre la escuela. Solo me falta un
semestre, y dos asignaturas, para que me den el diploma. Mientras tanto, puedo
trabajar entre clases, en un supermercado o algo así —dijo rápidamente,
haciendo planes—. Después, cuando me diplome, buscaré un trabajo en una
empresa. Con el dinero extra, podremos contratar a otra persona a jornada
completa, como teníamos planeado.
Niall hizo una
mueca.
—Demi... —empezó a
decir, detestando el dolor que oía en su suave voz de mujer. Ella tragó saliva.
—Puedes ir tú solo
a Japón. Tratas con extranjeros todos los días.
—Tú eres
copropietaria del rancho —la interrumpió.
—De momento —dijo,
sin mirarlo—. Cuando consolidemos el trato con los japoneses, tomaremos
decisiones. No quiero seguir viviendo aquí y ser una tercera parte incómoda
cuando te cases.
—¡Por Dios!
—estalló, horrorizado por lo que oía. No se había dado cuenta del cambio
drástico que podía provocar la mentira. Ella se puso en pie.
—No pasa nada
—dijo—. De verdad —forzó otra sonrisa—. Puede que yo también tenga perspectivas
de casarme —añadió, pensando en Cash.
Niall también pensó
en él. Estaba noqueado. Sus confusos razonamientos los habían lanzado a aquella
maraña de futuros impensables. Se puso en pie.
— ¡No hay por qué
decidir nada hoy! —exclamó.
—Es lo mejor —Demi
avanzó hacia el umbral—. Deseo que todo te vaya bien en Victoria —añadió, y
volvió la cabeza sin llegar a mirarlo a los ojos. Seguía sonriendo. Se le iba a
quedar la cara helada en esa posición—. Feliz Año Nuevo, Niall. Espero que el
próximo sea más feliz... para los dos.
Salió del salón. Niall
se quedó mirando cómo se alejaba con el corazón abatido, sintiéndose como si
acabara de caer en un pozo del que no podía salir. Había visto tanto dolor en
aquellos ojos castaños, tanto tormento... Demi se refugiaría en Grier, maldito
fuera, y este se casaría con ella en un abrir y cerrar de ojos a la mínima
oportunidad. Pero Grier no podría hacerla feliz. Ella nunca lo entendería, ni
encajaría en su mundo. No más de lo que Niall encajaría en los círculos
sociales de Tippy Moore.
Recordó el fuerte
abrazo de Demi, sus labios ávidos unidos a los de él, su cuerpo moviéndose con
agónico deleite bajo el suyo sobre las sábanas frescas y blancas en la
oscuridad. Ella había sido su sueño de la perfección. Pero el deseo no podía
ser suficiente para ella. Querría tenerlo a su lado todos los días, querría
tener hijos. Niall se estremecía solo de pensar en aquellas ataduras.
Pero Demi ya era
mayor de edad y quería estar libre. Libre del rancho, libre del matrimonio,
libre de él. Eso era también lo que Niall quería. ¿O no? Intentó imaginar lo
que sería no volver a verla a solas, no recorrer la cerca con ella, no
disfrutar de su dulce consuelo. Demi siempre sabía cuándo estaba triste o
abatido, y qué decir para animarlo. A veces, casi le leía el pensamiento. Lo
hacía sentirse cálido por dentro solo con su presencia. Y, en aquellos momentos, al recordar la reacción febril de su
cuerpo en la intimidad, Niall se sentía aún más cerca de ella. Pero, de pronto,
estaba... vacío. Solo.
Recogió el sombrero
y se lo caló en la frente, frunciendo el ceño. Se acostumbraría a estar sin
ella. No sería tan difícil. Era lo mejor. Era demasiado niña para él, y no
tenía suficiente experiencia con los hombre para sentar todavía la cabeza.
Entonces, su cerebro le recordó que Grier se la arrebataría como un trofeo de
pesca en cuanto se hubieran divorciado. Demi, dolida y rechazada, se casaría
con él de rebote.
Echó a andar hacia
la puerta en una niebla de indecisión justo cuando Maude la abría y entraba con
una bolsa de comida.
—Hola, Niall. ¿Qué
tal va todo? —preguntó con una suave sonrisa.
—Despacio, para
variar —contestó. Miró hacia la cocina, donde se oía correr el agua—. Estáte
pendiente de ella, ¿quieres? —añadió—. Está disgustada.
Maude lo miró con
sagacidad.
—No me hace falta
preguntar por qué. No te preocupes por Demi —añadió con una sonrisa—. Tengo
noticias que la animarán. Cash va a llevarla a la fiesta de fin de año de
Jacobsville. Tiene entradas y habrá orquesta.
Niall frunció el
ceño.
—Es demasiado viejo
para ella —masculló antes de poder escoger mejor las palabras. Maude se limitó
a sonreír.
—No lo dirías si
los vieras juntos. Demi lo rejuvenece. Y no hace falta ser muy listo para darse
cuenta de que Cash está colado por ella. Si fuera libre, se casaría con Demi en
un abrir y cerrar de ojos.
—Tengo que irme
—dijo Niall con frialdad—. Feliz Año Nuevo.
—Igualmente. Por
cierto, no has recogido tus regalos de Navidad —dijo Maude—. ¿Quieres que te
los traiga? Yo te he hecho unos calcetines de punto. Demi te compró un alfiler
de corbata... una estrella de plata de ley. ¿Te acuerdas que le dijiste que te
encantaría tener uno así? Fue a Victoria y se pasó un día entero buscándolo.
¿Te vas ya mismo? —añadió cuando él empezó a salir por la puerta.
—Sí —dijo con voz
ahogada. No soportaba recordar que no le había regalado nada a Demi. Un anillo
caro para Tippy, que no era más que un elemento superficial de su vida, y nada
para la mujer que había sacrificado tanto por mantener en pie aquel ruinoso
rancho mientras él trabajaba.
—Bueno, conduce con cuidado —le dijo Maude—. ¿No vas
a despedirte de Demi?
Niall no respondió.
Echó a andar hacia su vehículo, subió y salió disparado como un cohete.
Maude encontró a Demi
ante la pila, llorando en silencio. Vaciló en el umbral.
—¿Me necesitas para
algo?
Demi sonrió entre
lágrimas y lo negó con la cabeza.
—Cash ha dicho que
se pasaría a eso de las seis para llevarte a la fiesta de fin de año —añadió
Maude—. ¡Eso te animará!
Demi cerró los
ojos. Gracias a Dios que tenía a Cash.
—Sí —dijo con voz
ronca—. Y, créeme, lo necesito. Maude, Niall y yo vamos a divorciarnos para que
él pueda casarse con Tippy. ¿No es maravilloso?
Maude no sabía qué
decir.
—Puede que me case
con Cash —continuó.
—No hagas eso, niña
—dijo Maude con suavidad—. Dos errores no hacen un acierto. Además, recuerda
que Niall está atravesando unos momentos muy difíciles. Yo que tú, no me fiaría
mucho de nada de lo que dijera ahora mismo. No piensa con claridad. Espera a
que olvide el tiroteo antes de tomar ninguna decisión concreta, ¿de acuerdo?
Maude no sabía lo
que estaba pasando, y Demi no quería contárselo. Inspiró hondo y echó
detergente en el agua de la pila.
—Ni siquiera me ha
comprado un programa de ordenador por Navidad, Maude —le dijo a la mujer—. A
ella le regaló ese anillo tan caro. Ha afirmado que se trata de un anillo de
compromiso, como Tippy nos contó. Supongo que está enamorado de ella. Así que,
no hay más que hablar. Deseo que Niall sea feliz.
Maude también pero,
en aquellos momentos, tenía ganas de estrangularlo. Dejó sobre la mesa de la
cocina la bolsa que todavía sostenía en la mano.
—Hay más en el
coche —murmuró, y salió en busca del resto de la compra. Demi ni siquiera miró.
De todas formas, las lágrimas no le permitían ver gran cosa.
La fiesta de fin de
año fue sensacional. Se celebró en el Centro Cultural de Jacobsville, situado
junto a la plaza principal, y a ella asistieron la mayoría de las familias
fundadoras de Jacobsville. Janie Brewster Hart y su marido. Leo, se habían
casado poco antes de la Navidad y se abrazaron cuando unos inesperados copos de
nieve cayeron sobre los grupos que se congregaban en la plaza para escuchar las
doce campanadas. Todo el mundo sonrió con indulgencia al verlos.
Cash se inclinó y
besó a Demi con suavidad en los labios. Ella le rodeó el cuello con las manos y
le devolvió el beso con un repentino entusiasmo que lo hiz estremecerse de pies
a cabeza. Cash le devolvió el beso con fervor, y con toda su destreza. Demi
sonrió bajo la presión de sus labios, disfrutando de la novedad de estar en sus
brazos. No era Niall, pero resultaba agradable besarlo de todas formas. No
hacía falta preguntar lo experimentado que era, porque se notaba. Ninguno de
los dos reparó en las miradas de regocijo de sus conciudadanos.
La noticia del beso
ardiente de Demi y Cash se propagó por la ciudad y llegó a oídos de Niall, que
ya había vuelto a su puesto. No le sentó bien, sobre todo porque cada día que
pasaba lamentaba más su impulsiva charla con Demi sobre el divorcio.
Jack Clark fue
trasladado a Victoria para asistir al funeral de su hermano varios días después
de la autopsia. De regreso a Jacobsville, Jack se mostró tan dócil y educado
que el amable agente del sheriff que lo trasladaba rompió el protocolo y lo
dejó esposado en lugar de encadenado. En el transcurso de una parada que Clark
había solicitado para ir al baño, el amable agente fue recompensado recibiendo
dos golpes en la cabeza con la culata de su propio revólver reglamentario de
calibre 38. Clark lo dio por muerto y lo abandonó bajo una fuerte lluvia en la
cuneta de la autovía. Horas más tarde, encontraron el coche patrulla vacío a
las afueras de Victoria.
Incapaz de viajar a
Jacobsville aquel día debido a su apretada agenda, Niall telefoneó a Cash Grier
y le contó lo ocurrido. También tenía que pedirle que estuviera pendiente de Demi,
ya que temía que Jack Clark quisiera ajustar cuentas con todos ellos, en
especial, con él.
El equipo de rodaje
regresó para realizar sus dos últimas semanas de trabajo, y Demi estaba tan
abatida que apenas se fijó en Tippy. Había aprobado todos sus cursos de otoño y
se había matriculado para el semestre siguiente.
Niall se presentó
el primer domingo del rodaje, a primera hora. Era un día frío pero soleado.
Cash ya estaba allí, hablando con uno de sus hombres sobre la vigilancia y
esperando a que Demi se preparara para poder salir con ella.
Demi no había
esperado ver a Niall y reaccionó con incomodidad. Lo mismo hizo Niall. Hablaron
con la educación gélida de dos desconocidos rivales. Demi ni siquiera le
sonrió. Tippy vio aquella nueva tensión e incomodidad y formuló una
desagradable hipótesis. Gary la estaba acosando más que nunca y la aterraba
quedarse sola con él, aunque hubiera más personas. ¡No podía permitir que Niall
la abandonara justo en aquel momento!
De modo que,
mientras Niall hablaba brevemente con el ayudante de dirección y el personal
colocaba los aparatos, Tippy se detuvo junto a la silenciosa Demi.
—Es lo que pasa
cuando uno refleja en la cara lo que siente —le dijo Tippy con frivolidad—. Si
quieres algo de un hombre, no deberías arrojarte en sus brazos. De todas
formas, el sexo es una pobre manera de retener a un tipo como Niall. Está
demasiado asqueado para hablar contigo, ¿no te das cuenta? Me dijo que lo
avergüenzas con tu comportamiento. Lo único que quiere es olvidar lo ocurrido.
Dice que te arrojaste en sus brazos y que no pudo evitarlo.
Demi miró a la
mujer con semblante horrorizado. Tippy se sintió fugazmente culpable por la
mentira. Pero había dado en el blanco, para haber sido un tiro al aire.
—Asqueado —repitió Demi
con voz inexpresiva, sintiendo náuseas. Desde luego, Niall no se andaba con
rodeos. Su inexperiencia y su pasión desinhibida lo habían asqueado, y no soportaba seguir
viéndola. Le había dicho a Tippy que ella se había entregado a él, y que lo
único que deseaba era olvidarlo todo. Bueno, no era ninguna sorpresa. ¿No se lo
había dicho ya a ella? Pero no había sido tan cruel, ni siquiera al mencionar
el divorcio.
Se dio la vuelta y
fue a recoger su bolso. No se le ocurrió ponerse un jersey, aunque hacía frío.
Cuando volvió a salir, Niall estaba en el porche.
No lo miró a los
ojos; estaba terriblemente dolida. Se colgó el bolso del hombro con movimientos
rígidos.
—¿Estás bien?
—preguntó Niall con vacilación. Ella apretó los labios.
—Tengo entendido
que verme te asquea, y que te avergüenzo con mi mera presencia. De momento, no
puedo evitarlo, pero prometo alejarme lo más posible de ti cuando vengas. Dile
a Tippy que no tiene por qué seguir atormentándome. Tendrás el divorcio en
cuanto lo pidas —elevó los ojos, dolidos y furiosos—. ¿Cómo has podido decirle
que nos habíamos acostado, que me arrojé en tus brazos? ¿Cómo has podido, Niall?
Niall frunció el
ceño, y empezó a hablar, pero ella se alejó por una pradera cercana hacia una
de las construcciones del rancho, para esperar allí a que Cash terminara de
hablar con uno de sus hombres.
Niall montó en
cólera. ¿Cómo podía Tippy haberle contado aquella mentira a Demi, cuando él ya
le había desgarrado el corazón? Avanzó hacia la modelo con los ojos inyectados
en sangre, y la acorraló a unos metros de distancia de donde Demi aguardaba a
Cash, cerca del edificio.
—¿Por qué le has
dicho a Demi que me asqueaba? —preguntó a Tippy con enojo—. ¿Por qué le has
mentido?
Tippy estaba
demasiado aturdida para contestar. No se le había ocurrido pensar que la joven
repetiría sus palabras a Niall al momento siguiente. Empezó a hablar, cuando
avistó un movimiento detrás de Niall que captó su atención.
Demi se alejaba un
poco más de la dolorosa visión de Niall hablando con Tippy Moore. De improviso,
vio a un hombre delgado y medio calvo apuntando a la espalda de Jack con una
pistola.
No había tiempo. Niall
era capaz de reaccionar en una fracción de segundo, pero en la fracción de
segundo que ella tardaría en llamarlo caería muerto. Era la única decisión
posible, así que Demi la tomó. Se interpuso en la trayectoria de la bala justo
cuando Clark disparaba.
Por extraño que
pareciera, no sintió dolor. Notó el impacto de un objeto duro y, después, la
dificultad de respirar. Se quedó mirando al hombre que acababa de apretar el
gatillo y, con un pequeño gemido, cayó al suelo boca abajo, sangrando,
inconsciente.
Tippy vio lo que
ocurría con auténtico horror.
—¡Niall! —chilló en
el momento en que se produjo la detonación.
Con el instinto de
muchos años de profesión, con un único movimiento fluido, Niall desenfundó su
automática Colt del calibre 45, se dio la vuelta y disparó, hiriendo a Clark en
la mano. El hombre soltó su arma y cayó de rodillas.
Niall avanzó hacia
él sin vacilación, advirtiendo distraídamente que Demi se había desmayado. Cash
Grier se acercó corriendo, empuñando su revólver.
—Yo lo esposaré
—dijo Niall—. Tú ocúpate de Demi. Creo que se ha desmayado.
Inmovilizó a Clark
y lo esposó a la espalda, haciendo caso omiso de los gritos de dolor del hombre
y de sus furiosas amenazas.
—¡Barnes, llama a
una ambulancia! —le gritó al subalterno de Grier, que hizo una seña y empezó a
hablar por el radiotransmisor que llevaba en la solapa del uniforme.
—¡Niall!
La voz de Cash
sonaba extrañamente entrecortada.
Aquello lo inquietó. Dejó a Clark esposado, de rodillas, retiró el
revólver que llevaba y se lo guardó en su cinturón reglamentario. Se reunió con
Cash junto al cuerpo inmóvil de Demi. Tippy se había quedado petrificada, pero
ella también se acercó, junto con el resto del personal de rodaje.
La mano de Cash
salió de debajo del pecho de Demi cubierta de sangre.
Niall dejó de
respirar, dejó de pensar. Demi no se había desmayado; yacía inmóvil y rígida.
Estaba muerta. Clark la había matado. Se dio la vuelta mascullando una rápida
maldición y se abalanzó contra el hombre esposado con una economía de
movimientos temible.
—¡Niall, no!
¡Deténganlo! —les gritó Cash á los miembros del rodaje.
Tres hombres, dos
ingenieros y el ayudante de dirección, atraparon a Niall justo cuando alcanzaba
a Clark y lo apartaron de él. Niall maldecía profusamente, con voz
entrecortada, mientras la realidad empezaba a penetrar su aturdimiento.
—¡Soltadme, maldita
sea! —jadeaba, forcejeando con sus captores.
—¡Niall, está viva!
—gritó Cash—. ¿Me oyes? ¡Vén aquí! ¡No puedo hacer esto yo solo!
Niall se deshizo de
los hombres que lo retenían y se reunió con Cash justo cuando este daba la
vuelta al cuerpo con manos trémulas y suaves. Niall estaba pálido y respiraba
con dificultad.
La sangre manaba
del frente de su blusa, empapándola y manchando la hierba sobre la que Demi
yacía. Hacía tanto frío que la sangre humeaba. Demi estaba inconsciente y
respiraba de forma ruidosa.
—Colapso pulmonar
—masculló Cash—. La han herido en algún punto de la caja torácica —miró a Niall
con semblante frenético—. Necesitamos mantas, algo con lo que levantarle los
pies, presionar la herida...
Niall se quedó
rígido, contemplando la palidez e inmovilidad de Demi y reflejando horror en
cada línea de su rostro. Por primera vez en su vida, era incapaz de reaccionar.
Había tanta sangre... pensó a ciegas. ¡Tanta! Cash tampoco estaba respondiendo
muy bien; se sentía impotente al ver a Demi así.
Tippy se acercó
deprisa, recordando lo que le había dicho a Demi hacía escasos minutos, la
mentira que ella se había inventado. Se odiaba a sí misma. La sangre la
mareaba, pero estaba
acostumbrada a las emergencias. Se quitó el lujoso jersey que llevaba y cubrió
con él la herida, presionando con fuerza para intentar detener la hemorragia.
Grier la miró, sorprendido.
—Está entrando en
estado de shock —dijo Tippy con serenidad—. Necesitamos mantas.
— ¡ Mantas! — gritó
Cash.
Los hombres
empezaron a correr. Maude oyó el revuelo y salió corriendo de la casa, pero
regresó al interior en cuanto le contaron lo ocurrido y lo que se precisaba.
Salió de nuevo acarreando mantas de la habitación de invitados, y un enorme
edredón. Se los pasó a Cash, que cubrió a Demi mientras Tippy seguía
presionando la herida. Maude enrolló una de las mantas y la usó para levantarle
las piernas a Demi. Las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Sollozaba
mientras retorcía las manos y la observaba.
—¿Qué pasa con la ambulancia? —le gritó Grier a su
agente.
En aquel momento,
el sonido de las sirenas hendió el murmullo de conversaciones. Niall sostenía
una de las manos de Demi con tanta fuerza que hasta ella tenía los nudillos
blancos. Tenía ojos de muerto; ni siquiera parecía ver a la gente que lo
rodeaba.
Demi estaba
empezando a temblar de pies a cabeza, y un gemido lastimero y áspero brotó de
sus labios. El sonido arrancó a Niall de su estupor. Le retiró a Demi el pelo
de la cara.
—No te muevas,
cariño —le dijo con voz ronca—. No te preocupes, estoy aquí. Te pondrás bien.
¿Dónde diablos está esa maldita ambulancia? —gritó con su voz grave impregnada
de pánico.
—Aquí, señor —dijo el
hombre de Cash, que estaba apartando a los curiosos y haciendo señas a la
ambulancia para que se acercara. Tras la ambulancia llegaba un coche de policía
de Jacobsville con otros dos hombre de Grier.
Niall seguía
sujetando con fuerza la mano de Demi. Logró mantenerse cuerdo el tiempo
suficiente para lanzar una mirada a Clark, que estaba de rodillas sobre la
hierba, gimiendo por su herida.
—Meted en la cárcel
a ese hijo de perra —masculló—, antes de que acabe con él.
La mirada de Niall
delataba sus intenciones. Había olvidado la ley, el deber, el honor, todo,
dominado por el peor temor que había experimentado en su vida. Si Demi moría,
sería un hombre sin ley. Ya no le importaría nada en el mundo, nunca, salvo la
venganza. Se sentía frío, enfermo y horrorizado, y no podía arrancar la mirada
del rostro contraído por el dolor de Demi. Lo estaba matando verla así. Y la
sangre seguía manando como agua de un aspersor, a pesar de los esfuerzos
febriles de Tippy por cortar el flujo.
El personal de la
ambulancia actuó con rapidez y eficiencia. Niall no quería soltarle la mano a Demi.
Tuvieron que rodearlo para trasladarla, porque Niall subió a la ambulancia con
ella, sosteniéndole la mano.
—No la dejen morir
—le dijo Cash a un miembro del personal médico—. Voy a desarmar a Niall antes
de que se la lleven —añadió en un murmullo.
Subió a la
ambulancia, habló en voz baja con Niall, que apenas lo oyó, y le quitó las dos
armas, la Colt automática y el revólver con el que Clark había disparado.
Cuando bajó, cerraron las puertas de la ambulancia.
La última imagen
que tuvo de Demi fue con la cabeza morena de Niall inclinada sobre ella en una
agonía de dolor.
—¿Vivirá? —le
preguntó Tippy a Grier.
Cash la miró,
comprendiendo con retraso que le estaba dirigiendo la palabra.
—No lo sé —dijo con
voz inexpresiva. Estaba tan asustado como Niall, solo que lo ocultaba mejor. La
modelo inspiró de forma trémula.
—Nunca había visto
una herida de bala.
Grier no estaba
escuchando. Uno de sus hombres se acercó a él.
—Encadenadle los
tobillos y trasladadlo al hospital —ordenó Grier con aspereza.
—Necesito un médico
—rugía Clark—. Estoy herido. ¡Me sangra la mano!
Grier se lo quedó
mirando.
—Si haces un solo
movimiento que no me agrade, lo que necesitarás será un enterrador —dijo con
pura malicia, e hizo girar la Colt en su mano con una destreza que indujo a
Clark a retroceder.
—¡Esta vez he
fallado, pero no volveré a hacerlo! — rugió Clark—. Mató a mi hermano. Yo lo
mataré a él. ¡Lo juro!
Grier le hizo caso
omiso y entregó al agente de policía las dos armas que le había quitado a Niall.
—La Colt es de Niall
Horan. El Smith&Wesson es el arma con la que Clark disparó a Demi Lovato.
Guárdalas bajo llave en mi despacho.
—Nos ocuparemos de
ellas, señor —le aseguró el agente—. Espero que la señorita Lovato se ponga
bien.
—Yo también —dijo
Grier con voz ronca, con la voz tan rígida como sus rasgos. Lo estaba matando
no poder ir en la ambulancia con ella. Pero era Niall quien tenía derecho a
acompañarla, por mucho que detestara reconocerlo.
Tippy Moore vio
alejarse la ambulancia. Lanzó una mirada a Maude, que lloraba amargamente a un
lado. Imaginaba lo afectada que estaba la mujer, que era lo más parecido a una
madre que Demi había tenido. Se acercó a ella y le pasó un brazo por los
hombros para consolarla.
—Vamos —dijo con
suavidad—. La acompañaré a casa.
—Tengo que ir al
hospital —gimió Maude—. Pero no puedo conducir de lo mucho que estoy temblando.
—Le pediré a
alguien que nos lleve —dijo Tippy—. Yo también voy —añadió con obstinación,
lanzando una mirada al ayudante de dirección, que parecía estar a punto de
replicar—. Hoy no contéis conmigo —le dijo—. Voy a ir al hospital a hacer
compañía a Niall.
Gary Mays elevó las
manos en señal de protesta pero, al recibir una mirada fría de Grier, se alejó
sin decir palabra.
—Podéis venir
conmigo —les dijo a las mujeres sin mirarlas—. Dadme un minuto para que llame a
la comisaría y a los Rangers —se sacó el móvil de la funda y empezó a marcar
números.
—Necesita un jersey
—le dijo Tippy a Maude, y la condujo hacia la casa— Yo tendré que pedirle uno
prestado. He usado el mío para cubrir a Demi.
Maude se había dado
cuenta, a pesar de la agonía del momento. Logró sonreír entre las lágrimas,
sorprendida y complacida de encontrar un aliado donde había creído tener un enemigo.
Toda la malevolencia que había sentido hacia la hermosa modelo se evaporó.
—Le buscaré algo
que pueda ponerse.
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