lunes, 15 de abril de 2013

♡Tierra De Pasiones-Adaptacion Diall-Capitulo 34 FINAL♡


Por sorprendente que pareciera, Cash Grier decidió acompañar a Niall a Nueva York. Demi y Maude se despidieron de Niall en el porche delantero. El embarazo estaba muy avanzado, y Demi había decidido no ir al estreno. Tampoco quería que Niall se fuera sin ella, pero había agotado todas las excusas para retenerlo. Todavía no había oído ninguna declaración de amor de sus labios, y seguía temiendo que estuviera con ella por el bebé. ¿Y si al viajar a Nueva York descubría que a quien amaba realmente era a Tippy?
—Volveré pasado mañana —susurró Niall, y se inclinó para besarla con ternura—. No tengas el bebé hasta que no haya vuelto —añadió con humor tierno.
—Haré lo que pueda. No vuelvas a... enredarte con Tippy —barbotó, y se sonrojó.
Niall frunció el ceño. ¿Acaso Demi aún no sabía lo que sentía por ella?
—Vas a perder el avión —dijo Maude en tono preocupado—. No corras.
—Sí, mamá —bromeó Niall. Dio a Demi un último beso y subió a su camioneta. Arrancó y salió disparado.
—Nunca me escucha —masculló Maude.
—No correrá —la consoló Demi, y sonrió—. Ven. Vamos a tomar un poco de leche caliente y a hablar de los partos.
—Está bien, cariño —dijo Maude—. Si no hay más remedio...

El estreno fue una función de gala. Tippy Móore hizo honor a su celebridad y apareció resplandeciente, luciendo un vestido de terciopelo negro y un collar y pendientes de diamantes. Entró en el teatro del brazo del actor principal. Ranee Wayne, con el director, Joel, y la esposa de este.
Cash y Niall tenían asientos cerca de la primera fila, y vieron la película con sincero interés. Las risas reverberaban en los asientos con las réplicas irónicas de Tippy y del vaquero, quienes acabaron abrazándose apasionadamente en un charco de barro al descubrir que sus dos mundos podían fundirse.
El público ovacionó al director y a los actores. Tippy tenía lágrimas en los ojos. Su futuro profesional en el celuloide estaba casi asegurado.
Se reunió con Niall y con Cash cuando salían del teatro, abrazó a Niall con afecto, pero se mostró reticente y nerviosa con Cash.
—Has estado sensacional —le dijo Niall con una sonrisa—. Va a ser un bombazo.
—¿Tú crees?—preguntó en tono esperanzado.
—¿Está aquí tu hermano? —preguntó Cash de improviso
—¿Mi hermano? Pues... sí —balbució Tippy. Se dio la vuelta y le hizo una seña a un muchacho de aspecto agradable y pelo moreno. Iba trajeado. Llevaba un corte de pelo muy convencional y parecía el típico alumno de una escuela militar hasta que, de cerca, se apreciaba la viveza de sus ojos verdes oscuros.
—Has estado muy bien, hermanita —dijo, y le dio un golpe de cadera juguetón—. ¡No has tartamudeado en ninguna frase!
—Cuidado con lo que dices, amiguito —lo regañó, y rio con ganas mientras lo abrazaba—. Rory, te presentoa Niall Horan. Es un ranger de Texas amigo mío. Él y su mujer van a tener su primer hijo dentro de muy poco — añadió, para asegurarse de que Rory comprendía la naturaleza de la relación.
—Encantado de conocerlo —dijo Rory, y estrechó la mano de Niall—. He leído mucho sobre los Rangers de Texas desde que Tippy me habló de usted —añadió con entusiasmo—. ¡Hasta hay varias páginas Web de los Rangers en Internet!
—Sí, son muy instructivas —rio Niall—. Yo también me alegro de conocerte.
—Y este es... Cash Grier —dijo Tippy, indicando a Cash con la cabeza—. Es subjefe de la policía de Jacobsville, Texas, donde se rodó la película.
Rory se quedó mirando al hombre de la coleta un largo momento. Parecía abrumado.
—Tippy me ha hablado mucho de usted. Eh... Men- cioné su nombre a nuestro comandante en jefe. Lo conoce. Dice que estuvieron juntos en Iraq —contuvo el aliento—. Dice que usted es el hombre más valiente que conoce, que lo atraparon y torturaron...
—¡Rory! —exclamó Tippy, horrorizada. El rostro de Cash se había endurecido. Sus ojos brillaban como diamantes negros.
—Lo siento —dijo Rory. Se acercó, otra vez inquieto—, Se ha convertido en una especie de héroe para mí. Estoy metiendo la pata porque no mido las palabras. Creo que es un hombre estupendo, señor. Un soldado de verdad.
Cash inspiró con brusquedad y bajó la mirada. No le gustaba recordar su cumplimiento del deber en Oriente Medio, ni lo que había hecho o le habían hecho allí. El chico estaba caminando sobre huesos rotos y ni siquiera se daba cuenta.
—Rory, ¿por qué no vas al restaurante con Joel y con su esposa? Yo iré enseguida —se apresuró a decir Tippy, tratando de aliviar la tensión.
—Sí —dijo Rory, dolido y avergonzado. Pero justo cuando se daba la vuelta, una mano grande y fuerte se posó sobre su hombro y lo retuvo.
—La sinceridad es una virtud poco valorada —le dijo Cash al chico—. Dices lo que piensas. Yo tampoco me ando por las ramas. No me gusta recordar la Tormenta del Desierto —añadió en voz baja—. Sobreviví. Los siete hombres que me acompañaban, no. Y también eran buenos soldados.
Rory inspiró con brusquedad.
—Me alegro de que no se haya enfadado, señor.
—Cash —lo corrigió, y logró sonreír para el chico—. Y yo me alegro de que hayamos hablado.
—¡Y yo! —sonrió Rory, nuevamente un muchacho, y se sonrojó un poco antes de lanzar una mirada a Niall y a su hermana y echar a andar hacia Joel Harper.
—A veces es un poco bocazas —murmuró Tippy, preocupada por la mirada que había visto en Cash—. Espero que no te haya ofendido.
Cash se encogió de hombros.
—Todo el mundo me ofende, por norma, pero me gustan los niños con agallas. Será un buen soldado — añadió en voz baja. Tippy forzó una sonrisa.
—Gracias.
Cash elevó la barbilla y la expresión de su mirada cambió de improviso.
—De modo que le has hablado de mí, ¿eh
Tippy se puso encamada. Era una reacción tan insólita en una modelo internacional y estrella de cine naciente que Niall enarcó las cejas. A Cash empezaban a centellearle los ojos. Hasta rio.
Tippy emitió un gemido de impaciencia y volvió la cabeza hacia la acera.
—Hay una fiesta organizada para el equipo en un restaurante cercano, pero podéis quedaros y venir a casa con nosotros, si queréis —añadió, habiéndole deliberadamente a Niall.
—Bueno... —empezó a decir, al mismo tiempo que el móvil de Grier comenzaba a vibrar incontroladamente en su bolsillo. Este frunció el ceño, se lo sacó y lo abrió.
Parecía costarle trabajo oír a su interlocutor. Se dio la vuelta y se tapó el oído que no tenía pegado al aparato.
—Está bien, cálmate —dijo con suavidad—. Ahora, cuéntame lo que ha pasado.
Cash asintió, miró a Niall, hizo una mueca y dijo algo en un murmullo.
—Es Maude —anunció—. Ha estado intentando localizarte en tu móvil pero debes de haberte quedado sin batería. Por eso me ha llamado a mí. Demi se ha caído. La han llevado al hospital...
Estaba hablando solo; Niall ya estaba en la acera, llamando a un taxi. Cash miró a Tippy.
—Lo siento, tenemos que irnos —dijo en tono de disculpa—. ¿Puedo venir a visitarte en otro momento? —añadió para sorpresa de Tippy.
Se le iluminó el rostro.
—¡Sí! Cuando quieras —barbotó. Cash sonrió sinceramente.
—Entonces, hasta pronto. Despídete de Rory de mi parte.
Tippy asintió. Cash se reunió con Niall, a quien veía gesticular con impaciencia, y subió al taxi pocos segundos antes de que el vehículo saliera disparado. Niall estaba demasiado preocupado para despedirse de Tippy con la mano. No le llegaba la camisa al cuerpo; estaba aterrado. Demi había sufrido un accidente.
—¿Y el bebé? —preguntó.
—Maude no sabía nada todavía —le dijo Cash, que también estaba preocupado—. Iremos directamente al hospital. Oye, los bebés están envueltos por el líquido amniótico —añadió con suavidad—. No es fácil que se hagan daño.
—¿Y tú qué sabes de bebés? —le espetó Niall. Cash volvió la cara.
—Hace años, estuve a punto de tener uno —masculló—. No te molestes en preguntarme nada más —añadió al ver que Niall abría la boca—. No hablo de esto con nadie.
Niall no sabía qué decir, así que calló. Pero aquella revelación le daba que pensar.

El viaje de vuelta se hizo interminable. Cuando llegaron al hospital, Niall en su todoterreno y Cash en su camioneta, dejaron los vehículos de cualquier manera y entraron corriendo en urgencias.
—Demi Lovato... Horan —balbució Niall ante el mostrador, con mirada aterrada—. Ha ingresado por una caída. Está embarazada. Soy su marido.
—Ah... Señor Horan —la recepcionista se lo quedó mirando un momento y él contuvo el aliento, aterrorizado. Después, la joven sonrió—. Ya la han trasladado a una habitación. Un segundo... —pulsó unos números y habló con otra persona—. Habitación 211 —añadió—. Es por ahí... ¡Enhorabuena!
El pánico le impidió oír la última palabra. Los dos estaban corriendo, contraviniendo las normas del hospital. Cuando llegaron a la habitación, empujaron la puerta al unísono y se detuvieron en seco al ver la escena que los aguardaba.
Demi estaba tumbada en la cama con una criatura minúscula en los brazos, dándole el pecho. Miró a Niall con el corazón en la mano.
—¡Cariño!
Niall apenas podía verla a través del velo de humedad de sus ojos. Avanzó, estupefacto, sin reparar en Maude, ni en uno de los hermanos Hart, una mujer que no reconocía en aquel momento y una enfermera. Tocó la carita tan cercana a la piel suave de Demi y contempló sus grandes ojos oscuros. Le tocó el rostro con una mano un poco trémula.
—Lo único que sabíamos era que te habías caído — susurró—. Tenía tanto miedo...
—Estoy bien, el bebé también...
La estaba besando con ansia, y un gemido entrecortado brotó de sus labios antes de que levantara la cabeza.
—Te quiero —susurró Niall con aspereza—. ¡Si te hubiera pasado algo...!
—No me ha pasado nada —replicó Demi, abrumada por su mirada, por sus palabras—. Nunca me habías dicho que me querías —murmuró.
—Siempre he querido hacerlo —repuso Niall, más calmado, y sonrió—. ¿De verdad estás bien?
—En realidad, no fue una caída. Estaba colgando las cortinas en el cuarto del bebé y me torcí la espalda. Pensé que me había matado y resultó que estaba de parto—señaló la criatura diminuta que tenía en los brazos—. ¿Quieres conocer a tu hijo?
Niall contuvo el aliento.
—Un niño.
Demi asintió.
—Y una niña —dijo una voz grave desde la ventana.
Cash estaba inclinado sobre un moisés y movía el dedo meñique con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Qué? —exclamó Jud
Demi frunció los labios con picardía.
—Estabas tan preocupado por mí que temía decirte que eran gemelos —confesó, sonriendo—. Quería darte una sorpresa —hizo una mueca burlona—. ¡Sorpresa!
—Gemelos. Un niño y una niña —Niall estaba atónito. Se le nublaron los ojos y tuvo que secarse las lágrimas antes de que pudiera verlo cualquiera.
Cash sostenía a la niña en sus poderosos brazos y emitía sonidos «antigrierianos» mientras hablaba con ella.
—Eh, devuélveme a mi hija —le dijo Niall con un ceño burlón. Cash parecía abatido.
—¿No puedo quedarme con esta? —preguntó—. Yo no tengo ningún bebé, y tú tienes dos. ¿Te parece justo?
Niall rompió a reír, lo mismo que Demi, al ver el semblante de Cash. Este se acercó y le pasó a Niall la niña con suavidad, contemplándola con ternura.
—Se parece a su madre —le dijo a Niall y, fugazmente, la tristeza se reflejó en sus rasgos, pero la borró enseguida.
—Sí, se parece a ella —dijo Niall con voz ronca, y se inclinó para besar la minúscula frente—. ¡Dos! Demi estaba enorme, pero no se me ocurrió pensar...
Demi reía de puro deleite mientras contemplaba a aquellos dos hombres grandes y fuertes haciendo tonterías a una niña minúscula. No hacía falta preguntarse si la iban a mimar. Y decían que los hombres solo querían hijos... ¡Ja!
—¿Nombres? —preguntó una voz profunda desde el fondo de la habitación. Era el apuesto Leo Hart, con su esposa Janie, los dos sonrientes—. ¿Habéis escogido alguno?
—Jessamina para la niña —dijo Demi con orgullo—. La llamaremos Jessie. Y...
—Y Jared para nuestro hijo —la interrumpió Jud con suavidad—. Por mi tatarabuelo, Jared Horan, que fue ranger y un famoso abogado de San Antonio a principios del siglo veinte.
—Bueno, enhorabuena otra vez. Y, ahora, será mejor que nos marchemos —dijo Leo—. Tenemos que pasarnos a ver a Rey y a Meredith. Han tenido una niña, Celina, a la vez que vosotros.
—Felicítalos de nuestra parte —les dijo Demi.
La pareja asintió, sonrió y salió de la habitación.
Cash seguía contemplando a la niña que Niall sostenía en los brazos. Niall hizo una mueca y se la pasó.
—Puedes sostenerla, imagino —dijo con un suspiro—. Pero recuerda de quién es.
Cash le sonrió, bromista.
—Puede vivir contigo, pero yo seré su padrino — dijo, y empezó a hacer muecas a la pequeñina—. Papá Cash va a enseñarte a pelear con los puños y a usar golpes relámpago en asaltos de operaciones especiales.
Maude emitió un gemido de puro horror, Demi rompió a reír.
—Está bromeando, Maude.
—No, no bromea —murmuró Niall con ironía.
Cash no les prestaba atención, cautivado como estaba por la alegría de ser padrino por primera vez.
Cuando se quedaron solos, Niall se sentó al lado de la cama y tomó la mano de Demi.
—Dos bebés —dijo, todavía estupefacto—. No puedo creerlo. Maude no me había dicho nada.
—La hice jurar que guardaría el secreto. A ella y al ginecólogo —añadió con una débil sonrisa—. Ya tenías bastantes preocupaciones con el juicio de Clark y los cambios de nuestras vidas. Además, estoy sana y no corría peligro. Te lo habría dicho si hubiera sido un riesgo, en serio.
El caso Clark había salido en la prensa nacional, en particular, porque Clark había sido juzgado y condenado a cadena perpetua, sin esperanza de libertad condicional, por asesinato. Niall, Demi y Cash habían testificado en su contra.
—No pasa nada —la tranquilizó.
—¿Qué tal fue el estreno?
Niall rio entre dientes.
—El estreno no ha sido tan interesante como lo que pasó después —le dijo—.Tippy y Cash causaron sorpresa.
—¿Ah, sí? —preguntó felizmente, olvidado su último temor secreto de que la modelo le robara a Niall.
—Al parecer, a su hermano le habló mucho más de Cash que de mí, y el niño lo dijo —sonrió—. Cash no cabía en sí de satisfacción cuando recibimos la llamada de Maude.
—Vaya.
Niall dio la vuelta a la mano de su esposa y la miró.
—Demi —dijo, usando el diminutivo por primera vez en sus vidas—. Cash estaba enamorado de ti.
Ella cerró los dedos dentro de su mano.
—Habría dado lo mismo, porque yo llevo casi toda la vida enamorada de ti.
Niall se sonrojó.
—Yo he estado enamorado de ti desde que nos casamos. Pero eras tan joven que tenía miedo.
Demi le dio un apretón.
—Temías que acabaría como tu madre. Pero, cariño, a ella le gustaban las aventuras y las fiestas —le recordó—. A mí me gusta el ganado y el rancho. Nada de lo que el mundo puede ofrecerme podría compararse con lo que tengo contigo. Y ahora, nuestros hijos. El trato con los japoneses nos está reportando cifras de seis ceros, el rancho está prosperando. Nick está asumiendo la función de gerente y mejorando nuestros materiales  instalaciones... ¡y a ti te han ofrecido un ascenso a teniente! Y todo esto en un solo año.
—Es estupendo, supongo. Pero no querría trabajar en San Antonio—añadió en voz baja. La miró —. ¿Qué opinas?
—Opino que debes hacer lo que quieras—sonrió Demi. Niall frunció el ceño.
—¿Aunque tenga que seguir siendo sargento?
—Aun así —contestó con suavidad. Niall frunció los labios.                                          
—Existe otra alternativa.
—¿Cuál?
—A Chet Blake le han ofrecido un trabajo en El Paso. Tiene familia allí y quiere aceptarlo —alzó la mirada—. Cash ocuparía su puesto, y dejaría una vacante.
Demi contuvo el aliento.
— ¡Estás pensando en ocuparla!
—Sí. Es un poco más tranquilo que la labor de ranger, pero me gustaría estar en casa el mayor tiempo posible, contigo y con los niños. Además, conozco a casi todos los hombres del cuerpo —se encogió de hombros—. Cash va a ser el padrino de nuestros hijos, y ya no siento celos de él. Bueno, no mucho —puntualizó—, ¿Qué te parece?
La mirada de Demi se suavizó.
—Daría cualquier cosa por tenerte cerca a todas horas —susurró—, pero jamás te habría pedido...
Niall se levantó, se inclinó y la besó con pasión, disfrutando de la fuerza con que ella le rodeaba el cuello.
Demi le devolvió el beso con la misma entrega, con lágrimas resbalando por sus mejillas. Parecía un sueño hecho realidad. Jacobsville era una ciudad estupenda para trabajar como policía. Seguiría disfrutando del desafío que constituía ser agente de la autoridad, pero correría menos riesgos. Era importante desde que tenían hijos.
Un sonoro carraspeo interrumpió el beso. Levantaron la cabeza al mismo tiempo y la volvieron hacia la puerta. En el umbral estaba una enfermera con dos bebés en los brazos.
—Lo siento, señor Horan, pero está atrasando la cena de los pequeños, y tienen hambre.
Niall rio entre dientes y se apartó.
—Lástima que no puedas ayudar —bromeó Demi mientras se incorporaba y se desabrochaba el camisón de hospital.
—Soy demasiado plano —señaló con una sonrisa.
La enfermera rio mientras depositaba a Jessamina en los brazos de Demi y a Jared, en los de Niall. Este meció a su hijo mientras Demi le daba el pecho a la niña. La enfermera los dejó solos, sonriendo con melancolía mientras salía y cerraba la puerta.
—Gemelos al primer intento. No sé —dijo Niall en tono pensativo pasado un momento.
—¿Qué no sabes, cariño? —preguntó Demi, sonriendo.
—Si sería el negligé rojo —repuso con picardía. Ella rio porque, efectivamente, se había quedado embarazada en Japón.
—Quizá fuera el té verde —replicó, juguetona.
Niall contempló a su hijo con mirada serena y tierna.
—Fuera lo que fuera, doy gracias a Dios —murmuró, y tocó la mejilla del pequeño con el dedo.
Demi repitió aquellas palabras en silencio, observando la expresión de su marido con deleite casi doloroso. Nunca había imaginado a Niall haciendo de padre. De pronto, resultaba imposible verlo de otra manera. Era algo innato en él.
Demi estaba haciendo un repaso de su vida, recordando la horrible paliza que había propiciado su boda con Niall, los largos años de anhelo no correspondido, las fechorías de los hermanos Clark, la maravillos pasión de Niall en Navidad, la angustia de los mese siguientes, la herida de bala que había estado a punto de matarla, el viaje a Japón, los celos y, por fin, la unión de sus vidas. El dolor había sido casi insoportable en algunos momentos. Pero, mientras contemplaba alternativamente a sus hijos y a su marido, se le ocurrió pensar que la felicidad siempre tenía un precio. Para quienes se atrevían a pagarlo, la recompensa era formidable.
—Te noto pensativa —murmuró Niall.
Demi lo miró a los ojos con asombro callado y suspiró de felicidad.
—Sí. Me estaba acordando de una cosa que leí una vez, sobre las personas que viven calladamente en la orilla y nunca saborean la vida porque temen adentrarse en aguas más profundas. O algo así. Estaba pensando que pagamos por lo que recibimos en la vida, de una forma u otra. Y que el mayor placer nace del mayor dolor.
Niall asintió despacio.
—Te entiendo.
—Y estaba pensando —añadió con una sonrisa— que ha merecido la pena sufrir lo que he sufrido.
—Sí. Somos ricos, y no precisamente de dinero, ¿verdad, cielo?
Demi sonrió. Notó la manita de Jessamina en su piel y le acarició su minúscula cabeza con amor.
—Más ricos que los piratas
Niall rompió a reír. Oyó a su hijo emitir un sonido  se llevó su cabecita a los labios para besarlo con ternura
Demi apoyó la mejilla en la coronilla de su hija y cerró los ojos. No tenía palabras para expresar la felicidad que sentía.

FIN

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